domingo, octubre 20, 2024

¡No se puede!

Eric L. Cárdenas del Castillo

Hace unos años, una pariente mía viajó a Brasil, para someterse a una delicada intervención quirúrgica, en la ciudad de Río de Janeiro, otra pariente de esa nacionalidad, le explicó a una funcionaria del sistema de salud de ese país, sobre la situación delicada y la finalidad de la presencia de mi pariente en esa ciudad. Inmediatamente la funcionaria le extendió el documento que le habilitaba para acceder a cualquier servicio de salud, público o privado, no obstante que no era residente en ese país.
En nuestro país y en especial en la sede de Gobierno, la densa burocracia estatal en todas las reparticiones públicas y también las privadas, en los trámites largos y engorrosos que hay para todo, lo primero que dicen es: ¡no se puede!, y le ponen al ciudadano una serie de escollos y trabas que debe resolver, a no ser que, por debajo, haga llegar al empleado algún dinero de soborno. Entonces los escollos son superados.
Los funcionarios y empleados públicos, son por definición servidores públicos, es decir que están al servicio del público que constituimos todos los ciudadanos, sin excepción alguna y sus salarios son cubiertos con los elevados impuestos que pagamos, en una sociedad, como es la nuestra, empobrecida. Sin embargo, para ser bien atendido en los asuntos que nos atingen, basta una recomendación política y los peros y observaciones desparecen.
Esa perniciosa mentalidad de la burocracia pública, además de entorpecer los largos y penosos trámites, ha determinado que se señale al país como: “un país tranca”, es decir, donde el impulso de desarrollo y emprendimiento es detenido con motivo o no, además de la gran cantidad de normas, leyes y reglamentos que no se cumplen, a no ser cuando el empleado, debe justificar sus observaciones.
La psicología como ciencia que estudia la psiquis, es decir el alma, el sentimiento, la mente, aplicada a la sociedad y su comportamiento, en su especialidad como sicología social, cuando estudia a la sociedad en su conjunto, nos señala que hay un comportamiento que se origina en una manera de pensar del colectivo, en nuestro caso de los empleados o servidores públicos. Y este comportamiento colectivo responde a la equivocada convicción de que están empoderados y ejercen ese poder martirizando al ciudadano con peros y reparaciones en los trámites que debe hacer en su cotidiano ejercicio ciudadano.
La conducta de la burocracia del aparato público boliviano, goza, se siente poderosa para observar cualquier documento que pasa por su poder, dándose importancia para estudiar el asunto en varios días, para al final hacer una serie de observaciones, que perjudican moral y económicamente al ciudadano, el que lejos de ser bien asesorado y guiado en sus trámites, se encuentra con una barrera infranqueable para proseguir su curso, a no ser que busque un tramitador que con sus contactos logre superar los escollos.
El exceso de leyes, reglamentos y protocolos que van siendo creados, ha convertido al Estado en una muralla infranqueable, que frena el normal desarrollo de la actividad ciudadana, que espanta a los inversionistas extranjeros y nacionales, por el tiempo que se toman los empleados en atender los requerimientos y adicionalmente con políticas de gobierno, contrarias al emprendimiento privado, como sucede en este tiempo de populismo izquierdista.
Se hace necesario un cambio profundo en el aparato administrativo del Estado, para que éste se convierta en un factor de adelanto y progreso, y no de freno al desarrollo, como sucedió en la primera parte del régimen que nos gobierna hace más de tres lustros, que rechazó y no siguió los trámites para que el Estado, reciba importantes sumas de recursos económicos, comprometidos por agencias internacionales, que ante esa postura equivocada, fueron destinados a otros países del área, que aceptaron gustosos esas donaciones.
Los empleados y servidores públicos, deben ser reclutados entre los más destacados profesionales, con vocación de servicio a la comunidad, y no como ahora, del reparto del aparato del Estado entre los “movimientos sociales” al servicio del régimen, o de los parientes y amigos de las autoridades políticas.
Un cambio en la mentalidad de nuestros compatriotas, mediante el mejoramiento de la educación en todos sus niveles, una política de agilitar los procesos administrativos, que coadyuven al desarrollo humano y hagan que la vida en nuestra sociedad sea placentera, segura y con futuro cierto para sus habitantes, es el camino al bienestar y desarrollo.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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