jueves, octubre 31, 2024

Como el Titanic

Severo Cruz Selaez

Quienes usufructuaron del Poder, en los últimos tres quinquenios, son los responsables del desastre económico, político y social. Responsables del mal manejo de la economía nacional. Del tira y afloja en la actividad política. De la elevación del costo de vida, que implica hambre y miseria. De la frustración nacional. Pero algunos aprovecharon esa situación y resultaron siendo los nuevos ricos.
Ahora el país se hunde como el Titanic, en un mar de crisis económica. Y el afán de perpetuarse en el Poder, a costa incluso del hambre de la ciudadanía, ha dividido en dos fracciones al oficialismo. Una de aquellas detenta el Poder y la otra conspira armando el bloqueo de caminos. Avivando la destrucción nacional, en defensa de intereses particulares. Hechos que han ratificado las divergencias dentro de aquel sector. E inclusive ha devastado la imagen de sus principales dirigentes. Ha deteriorado sus perspectivas electorales, porque son objeto del rechazo de la población. Entre tanto, el índice de la pobreza crece día tras día a raíz de la crisis económica. Porque la moneda nacional ha perdido su poder adquisitivo y se hace sentir la escasez de algunos artículos alimenticios. La ciudadanía está en la incertidumbre, mucho peor que en tiempos de la UDP.
Bolivia está en la encrucijada, por caprichos personales. Por consignas que no coinciden con los supremos objetivos del país. Con la construcción de una Bolivia productiva, exportadora y competitiva. Ellos no se sensibilizan con las necesidades de las personas de escasos recursos económicos. Solo tratan de satisfacer sus apetitos, convocando a la violencia desde sus reductos. La disputa es por una sigla partidaria y no responde a reivindicaciones de la población.
Bolivia, para las naciones vecinas y la inversión extranjera, se ha constituido en un país inestable, inseguro e inviable, como consecuencia de las medidas radicales que asume una de las fracciones del oficialismo. Hecho que ha obstruido la circulación en las carreteras. Y ha empañado la imagen de Bolivia, en el contexto internacional.
Bolivia requiere relacionarse con naciones cercanas y lejanas, desarrolladas o en vías de desarrollo. Al margen de las posturas ideológicas o sistemas políticos. Sin preferencias ni displicencias. Priorizando los ramos de la industria, del comercio, de la ciencia, de la tecnología y la cultura. La fluidez en este acercamiento significará un avance trascendental. Pero no se debería incurrir en entreguismo.
Hay que salvar a Bolivia, trabajando, produciendo y exportando. Contribuyendo y no solo exigiendo. Aportando y no solo criticando. Construyendo Patria y no atentando contra su futuro. Evitando el derramamiento de sangre, en aras de la unidad nacional.
En suma: los bolivianos no desean vivir con esta permanente tensión política. Tampoco desean vivir bajo la sombra del socialismo, tipo cubano, nicaragüense o venezolano, donde no existe libertad, alimento ni medicamento, sino represión, hambre y muerte. He ahí la realidad que nadie podrá rebatir.

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