Desde el comienzo de su gestión presidencial en 2006, que se prolongó hasta 2019, el expresidente Evo Morales se empeñó en una carrera de errores, encubierta porque el Estado recibía gran cantidad de dinero, gracias al extraordinario aumento de los precios de materias primas, principalmente del gas. Sin embargo, ese caudal increíble de ingresos económicos solo sirvió para el despilfarro.
No se trató solamente de errores económicos, sino también políticos, alentados por sus asesores y corifeos, como la aplicación de una ideología populista reaccionaria, por la cual fue promulgada una Constitución retrógrada y contraria a los intereses nacionales. A eso se sumaron abusos, exabruptos y absurdos de toda índole, que hicieron ver que, a tres gobiernos masistas, sus errores los condujeron al desastre.
En esa forma trascurrieron casi 20 años, pero después del descubrimiento de un fraude electoral, surgió la resistencia popular que ocasionó la vergonzosa fuga a México de Evo Morales y su palafrenero, Álvaro García Linera. A pesar de esos errores y con el apoyo de países afines al Socialismo Siglo XXI, el MAS retornó al poder, pero no para rectificar equivocaciones, sino para repetirlas y agravarlas.
Sin embargo, pese a críticas de la opinión pública, Morales y compañía siguieron rumbo hacia el abismo y, finalmente, decidieron volver al gobierno a como diese lugar y para ello desataron una ofensiva virulenta en los últimos meses, buscando producir caos social, que serviría de plataforma para tomar el gobierno con violencia.
La ofensiva empezó con la denominada “marcha para salvar Bolivia”, la cual desde Caracollo avanzó durante siete días hacia la ciudad sede de gobierno, pero fracasó porque recibió indiferencia de la población. Después, al ser inculpado por estupro y trata y tráfico de personas, volvió a una ofensiva, instruyó bloqueo de caminos por tiempo indefinido, particularmente para no ser apresado y sentado en el banquillo de los acusados.
Además de ese intento subversivo, amenazó con un levantamiento campesino y militar para desestabilizar al gobierno de turno. Pero el bloqueo de caminos fue parcial y pese a que duró más de veinte días, resultó un fracaso estrepitoso ante la presencia combinada de fuerzas del orden. Entonces, una vez más, Morales se vio en figurillas, decidió pedir un cuarto intermedio en el bloqueo, para rehacer sus menguadas fuerzas.
Esa actitud causó la derrota absoluta del cocalero, quien ahora es objeto de repudio de una inmensa mayoría de poblaciones, a las cuales quiso matar de hambre, bloqueando caminos. En esa forma, veinte años y más de errores, falsedades y exabruptos llegaron a su fin en Bolivia. Pero también perdió el apoyo internacional, quedando solo, desprestigiado, con un pie en la cárcel y viendo que llegó el final de su carrera política, sin tener tabla de salvación para refugiarse.
Final de la carrera política de Evo Morales
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