jueves, noviembre 21, 2024
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El dolor social, sufrimiento en silencio

Mario Malpartida

Han sido veintitrés días de pesadumbre. Bloquearon las carreteras; el expresidente Evo, soberbio como siempre, volvió a las andanzas y aumentó día a día los puntos bloqueados: el país se paralizó. Centenares de vehículos detenidos en los caminos, parecían convoyes acoplados por el mismo infortunio. Como en el caso de los incendios, se mapearon de inmediato los caminos. Se sabía dónde estaban los bloqueos, pero nada se hizo para impedirlos. Las frutas maduraron hasta volverse incomibles, los tomates se pudrieron, el ganado enflaqueció. Los alimentos descompuestos fueron votados a los caminos.
Entretanto, los bloqueadores, masticando coca y bebiendo, arrogantes como siempre; sus portavoces pusieron condiciones para el diálogo, y días después, más empecinados, afirmaron que no habrá negociación.
Escasearon los comestibles, subieron más los precios, y el agio de apoderó de los mercados. El pueblo sintió en carne propia lo que es el desaire del «no hay», la pedrada del «se acabó». Días de hambre en los caminos. Choferes y pasajeros pasando de la esperanza a la nostalgia. Desmoralizados. Una nueva noche sobre la vía sombría, sin comida y con sed. En las ciudades los surtidores vacíos, no había diésel ni gasolina, filas a media noche y de madrugada; el humo como densa niebla, irrespirable, contaminaba. ¡Angustiante! Llegó el momento: la sociedad sintió dolor. Tristeza al mirar largas filas de camiones encarpados. Desde el gobierno, la presumida declaración: a pesar del bloqueo cumplimos; y la frase incoherente, no se puede cumplir por los bloqueos.
El ciudadano no alcanza a comprender por qué sucede todo esto, si solamente se trata de una pugna política entre dos bandos: Evo y Lucho, que por sobre todo persiguen el dinero del Estado y abusar del poder. ¿Y dónde queda el pueblo del que hablan tanto? A ninguno de ellos le importa.
Y a propósito, ¿qué le dijo Evo a Lucho, reunidos en la lujosa residencia ubicada en el centro de Buenos Aires, cuando lo escogió como candidato a Presidente por el MAS-IPSP? ¿Qué pasaría si Lucho ganaba? ¿Quién sería el sucesor, acaso Lucho iría a la reelección? Yo seré el candidato, habría dicho Morales («hemos llegado para quedarnos»). La intención no es tan visionaria cuando se tiene dos y medio millones de votos cautivos.
El escándalo entre masistas se instaló en el parlamento. Por otra parte, se decía que tanto ruido era para distraer a la opinión pública de los problemas que comenzaban a crecer; que en cualquier momento, Arce y Morales se darían la mano.
Con Lauca Ñ empezó otro capítulo de esta historia vergonzosa. Un veedor del TSE estuvo presente en el congreso del MAS; en la hora de los informes se presentaron argumentos nuevos, el congreso de Lauca Ñ se invalidó. (Es desde entonces que el expresidente Morales, déspota y abusivo desde siempre, utiliza como pretexto para someter con sus caprichos a este país ya de por si maltratado). Pasaron los meses y aumentaron las diferencias entre facciones de masistas. Silletazos de por medio y amago de puñetes entre parlamentarios, los «evistas radicales» pasaron a la oposición.
Lo cierto es que esta pelea seguirá por sobre el sufrimiento social; aunque para el MAS, en sus dos versiones, todo cuanto hacen y deshacen ¡es para beneficio del pueblo! La impresión general es que los políticos en su lista de prioridades, han dado de baja el bienestar de los bolivianos; no les interesa. Están más preocupados en destruir al contrincante político; pasan su tiempo confabulando y tramando maldades. Los que ahora gobiernan tienen sus consignas: no descuidar los reclamos, convocar a los empresarios y otros, organizar mesas de trabajo; prometer con voz firme, eso le gusta al pueblo, lo aplaca. Y tienen razón.

El autor es periodista.

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