Cuando se deba por finalizada la prolongada y tormentosa campaña para realizar la elección de los magistrados del máximo poder judicial del país, un viento de tormenta trajo la noticia de que una Sentencia Constitucional declaró desierta la convocatoria a la elección de magistrados para el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en Beni y Pando y desierta la convocatoria para el TCP en Santa Cruz, Cochabamba, Beni, Pando y Tarija. De esta manera se altera el calendario electoral, por demandas de políticos, que se consideran afectados por incumplimiento de carácter constitucional.
Al respecto, recordemos que la elección de magistrados fue un invento de Evo Morales, presentado a la Asamblea Constituyente de 2006, la más vergonzosa que tuvo Bolivia desde su fundación. Es decir que se establecía que esas autoridades debían ser elegidas por sufragio universal, yendo contra normas nacionales e internacionales, instituidas por costumbres ancestrales y que nadie se atrevió a tocar, porque, simplemente, se considera que eran las más avanzadas que creó el hombre.
Esa disposición fue incluida en la Constitución Política aprobada en 2007 y puesta en vigencia en 2009, en medio de un caótico ambiente político de carácter populista. No se sabía de dónde ni a dónde iba el llamado “proceso de cambio”. Y es que no definía qué clase de cambio se ofrecía y otras abstracciones. Tan terrorífica fue esa Constituyente, que ni siquiera concluyó sus sesiones y tampoco aprobó la nueva Constitución Política, la cual debió ser corregida y aumentada por una comisión congresal, que la modificó a su gusto y finalmente la aprobó. Por ese motivo, la actual Carta Magna que rige en el país es ilegítima y cuestionable hasta el presente.
Esa CPE aprobó la elección de magistrados por voto universal. Se la puso en aplicación dos veces y falló. Pero, pese a que se reconoció el fracaso, se insistió en llevarla adelante por tercera vez, cometiendo otra tontería.
Ahora, después de una cadena de fracasos, se aprobó ir a otra elección. Y a pesar del surgimiento de debates, peleas, atropellos y otros procedimientos, durante casi tres años, el embrollo quedó en un gigantesco cero, pues, pese a que se aprobó la fecha de la elección, por un lado, una sala del Tribunal Constitucional dictó un fallo determinando que debía realzarse en dos fechas, mientras el Tribunal Supremo Electoral aseguró que la fecha no podía ser modificada, ni se podía realizar la elección por partes.
Tan calamitosa carrera de errores de todo tipo, terminó por hacer perder la paciencia a la opinión pública, al no saber cuándo ni dónde votar o abstenerse. De seguir así la situación, los votantes pueden preferir dedicarse a preparar los festejos navideños. Así se confirmaría que repetir el error por tercera vez, resulta una estupidez y que el procedimiento constitucional actual para elegir magistrados es absurdo.
Embrollo total para elegir magistrados
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