Bolivia es un país democrático de libre empresa. Pero ciertas fuerzas desorbitadas pretendieron restringir sus actividades en el pasado. Su participación en la vida nacional fue y es fundamental, debido que genera empleo y atrae dólares. Coadyuva al proyecto de desarrollo nacional, que tanto pregonan quienes viven de la política. Obviamente que sus detractores no coincidirán con esta apreciación. Es que se han llenado la cabeza con teorías que tienden a acabar con los privados. Tratan de minimizar su trabajo, su producción y contribución al erario nacional. Pese que en los últimos tiempos repuntaron atrayendo divisas. Los consideraron como aprovechadores, en tiempos de crisis económica. Lo que no es así. De ahí que siempre han sido ignorados sus propósitos de apoyar al crecimiento del país. La consigna anti empresarial fue lanzada por los radicales, cuando surgió la primera revolución socialista en el mundo.
Hace tres años que el empresariado se pronunció por la salvación nacional. Lo hizo planteando un pacto público-privado por la reactivación económica y el empleo. Jamás se mostró displicente ni indiferente con el destino nacional. Entonces pretendía generar certidumbre y estabilidad económica con miras al futuro. Es que estuvo muy debilitado, lo mismo que el pueblo boliviano, como consecuencia de la pandemia. Los organismos internacionales, coincidentes con el sector, se manifestaron a favor de una alianza público-privada. Tales inquietudes cayeron en saco roto.
Lo hizo cuando el coronavirus devastaba a los privados. Había provocado el cierre de más de 300 industrias. Hecho que elevó los índices del desempleo. El contrabando avasallaba también a la producción nacional, movilizando 3.000 millones de dólares.
La historia ya está escrita. Los responsables del retroceso económico no son los privados, sino quienes detentaron el Poder en tiempos recientes. Proceso que implicaba el odio desmedido hacia el oriente. A la clase alta y media de la sociedad. A los que leían libros. A los empresarios que contribuían al Estado. A quienes hablaban inglés. “No quiero que mi hijo aprenda inglés, porque no quiero que sea como el Camacho”, decían los desinformados. Mientras el inglés abría las compuertas del mundo en todas sus facetas. Tampoco es atribuible a otros gobiernos, que intervinieron brevemente en la vida nacional.
“En río revuelto, ganancia de pescadores”. En este marco algunos creen que la renuncia del presidente Arce sería la solución. A pesar que poco le falta para que expire su mandato. ¿Pero la medida sería beneficiosa? El país ha sido empobrecido desde el 2006. Ahora con la crisis económica encima, no tiene la opción de avanzar. Venga quien viniera haciéndose el “salvador”, la situación no será fácil de cambiar. A no ser que recurra al Fondo Monetario Internacional (FMI), para solicitar un crédito de 3.000 millones de dólares, tal como sostuvo un exdirector del Banco Central de Bolivia. Por el momento parece que no hay otra opción.
En suma: ahora es el momento para que los privados se hagan cargo del tema diésel.
Responsables del retroceso
Severo Cruz Selaez
- Advertisment -