jueves, diciembre 26, 2024
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El movimiento ocular horizontal puede mejorar la estabilidad de personas con párkinson

María Fernanda Ziegler

En tanto, lo propio en el sentido vertical incrementó la oscilación postural de los voluntarios que padecían la enfermedad en el marco de un experimento realizado por investigadores de la Universidade Estadual Paulista (Brasil) y de la Universidad de Lille (Francia).

 

Es totalmente contraintuitivo, pero en el marco de un estudio con portadores de la enfermedad de Parkinson se arribó a la conclusión de que, tal como sucede con las personas jóvenes sanas, el desvío de la mirada de un lado a otro ayuda a estabilizar la postura y evitar caídas y desequilibrios. Estos datos salieron publicados en la revista Biomechanics.

En el referido estudio, realizado con el apoyo de la FAPESP por investigadores de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en Brasil, y de la Universidad de Lille, en Francia, tomaron parte diez personas portadoras de la enfermedad y 11 individuos neurológicamente sanos.

En las pruebas, se solicitó a las personas participantes que permanecieran parados e intentaran equilibrarse. El desafío consistía en combinar dos tipos de posturas estáticas –con los pies ubicados paralelos o con un pie delante del otro– con tres conductas oculares: mover los ojos en forma rápida (movimiento sacádico) entre dos puntos en sentido horizontal, después el mismo movimiento en sentido vertical y por último mantener la mirada fija en un mismo punto.

Tanto en los casos de personas portadoras de la enfermedad de Parkinson como para las sanas, las posturas estáticas combinadas con el movimiento de los ojos en sentido horizontal generaron una mejor estabilización de sus cuerpos en comparación con la mirada fija en un punto. Sin embargo, cuando los parkinsonianos realizaron los movimientos oculares hacia arriba y hacia abajo, la oscilación corporal fue mayor que cuando movieron sus ojos en sentido horizontal.

“No se trata de una estrategia automática para evitar caídas y desequilibrios, pues resulta difícil mover los ojos a la izquierda y la derecha en la vida cotidiana. Por supuesto que puede hacerse un entrenamiento, pero en este caso se trata de un estudio más básico que práctico. No esperábamos que las personas con la enfermedad de Parkinson fuesen capaces de combinar esos dos movimientos y esto puede abrir nuevas posibilidades referentes a la comprensión de la enfermedad y a sus consecuencias motoras y cognitivas”, afirmó Fabio Barbieri, coordinador del Laboratorio de Investigaciones del Movimiento Humano (Movi-Lab) y del proyecto de extensión “Activa Parkinson” en el campus de la localidad de Bauru de la Unesp.

 

Cuando sucede lo inesperado

Antes del experimento, según comenta Barbieri, lo esperable era que las personas con párkinson no obtendrían beneficios al realizar el movimiento de los ojos con esa postura. “Los individuos con esta enfermedad exhiben déficit de postura, lo que causa una desmejora de la estabilidad y del control postural, como así también una dificultad para controlar los ojos: los movimientos oculares son más lentos y también lo es el parpadeo. También tienen dificultades para seleccionar información en el ambiente”, explica.

Tal como lo remarca el investigador, si bien se registró una mejoría postural con el movimiento ocular horizontal, cuando los pacientes con la enfermedad de Parkinson movieron los ojos hacia arriba y hacia abajo se detectó un detrimento de la estabilidad corporal.

“Para adultos jóvenes este tipo de movimiento ocular [vertical] funciona. Pero para el grupo de ancianos carece del efecto de disminución de la oscilación postural. Si bien los individuos que padecen la enfermedad de Parkinson son capaces de ejecutar los movimientos verticales, no logran adaptarse [disminuir la oscilación] del mismo modo que lo hacen con el movimiento horizontal de los ojos. Esto sucede porque el movimiento hacia arriba y hacia abajo es más difícil en el movimiento en general, ya que comprende una menor magnitud de rotación de los ojos, y esto dificulta la integración entre el sistema sensorial [los ojos] y el sistema postural [el cuerpo]”, afirma Sérgio Tosi Rodrigues, del Laboratorio de Información, Visión y Acción (Livia) del Departamento de Educación Física de la Unesp, con sede también en Bauru, coautor del estudio.

Tosi Rodrigues ha venido realizando estudios en los cuales se combinan posturas de estabilidad con movimientos sacádicos en distintas poblaciones, tales como jóvenes y ancianos sanos, pacientes con diabetes, con esclerosis múltiple y con la enfermedad de Parkinson.

Resultados de estudios anteriores sugieren que el sistema de control postural recibe, aparte de la información visual referente al deslizamiento de las imágenes proyectadas en la retina, inputs de los músculos que mueven los ojos, a los efectos de mantener una posición corporal deseada, lo que ayuda significativamente en la disminución de la oscilación corporal.

“Además de las limitaciones concernientes a una enfermedad, tal como es el caso del párkinson, el control de la mirada y de la postura parece variar con la edad de la persona. En general, el proceso natural de envejecimiento provoca entre otras alteraciones el deterioro del control motor y de la percepción visual. Esto hace que los ancianos exhiban resultados inferiores en algunas funciones visuales en comparación con los adultos jóvenes, por ejemplo, lo que puede dejarlos más susceptibles a sufrir caídas”, explica Tosi Rodrigues.

“En las personas con la enfermedad de Parkinson, la tarea de combinar el equilibrio estático con el movimiento de los ojos hacia arriba y hacia abajo quizá afecte la capacidad de integrar esos dos sistemas motores, con el consiguiente detrimento de su oscilación postural”, sostiene Barbieri.

En los casos de las personas sanas, ambos tipos de movimientos sacádicos (vertical y horizontal) ayudaron en la estabilización postural cuando se los comparó con la mirada fija.

“Esto sucede porque las personas ubican a la tarea postural en un segundo plano. A los efectos de simplificar algo que es complejo puede decirse que se produce una alteración de la atención. El sujeto deja de prestarle atención a la postura y se enfoca en el movimiento de los ojos, lo que le exige al cerebro una mayor cautela o que controle mejor la postura para mantenerse parado o controlar la estabilidad”, dice Barbieri… (Agencia FAPESP).

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