En una entrevista que figura en la presente edición, el joven Viceministro de Energías Alternativas, Álvaro Arnez, reconoció que su ministerio aprendió a ya no repetir experiencias de brindar precios subvencionados para los energéticos.
Por no aprender esta lección hoy Bolivia sufre una distorsión de precios en el diésel, gasolina, gas licuado de petróleo y gas natural para las termoeléctricas, lo que se constituye en una tortura diaria para el gobierno que debe buscar dólares para importar combustibles que debe vender en el mercado interno a menos de la mitad del precio que compró, un negocio al revés.
La respuesta de Arnez surgió al ser consultado si el nuevo producto energético que proyecta producir Bolivia, el hidrógeno verde, también brindará la ventaja de la subvención a los consumidores. La respuesta fue un categórico NO e incluso reveló que esa directriz está incorporada en el proyecto de ley de ese recurso renovable que ya está en el Senado.
Varios analistas energéticos ya recomendaron el levantamiento paulatino de las subvenciones a los combustibles que hoy en día son objeto de escasez en el mercado interno donde las filas de todo tipo de vehículos ya es parte de “la nueva normalidad del país”.
Sin embargo, todos sabemos que, con sólo subir un boliviano a la gasolina especial y el diésel, la reacción social será de plena y feroz oposición, y eso puede hacer tambalear incluso la permanencia del presidente y todo su gabinete, por lo que se intentó someter el tema a un referéndum que hasta el momento no prosperó.
¿Se levantará la subvención a los combustibles?, está sencilla y directa pregunta tiene una respuesta compleja y secreta que no se anima a responder al gobierno y que también incomoda a los candidatos a la presidencia, ya que el decir que sí es ubicarse en el plano de verdugo del pueblo y el decir que no es pararse en un escalón demagógico.
La subvención más visible es la del diésel y la gasolina; pero además el gobierno también ejecuta similar medida con el gas natural que usan las generadoras de termoelectricidad, por lo tanto, también la electricidad que consumimos tiene un precio barato que no es acorde a la realidad. Esta situación es perjudicial porque las empresas que producen energía con agua, viento y sol no pueden competir con la energía que se produce con un gas muy barato. Eso dificulta la transición de la matriz energética que cada día es más necesaria.
Si se lee las noticias internacionales, en Ecuador y Cuba ya existe racionamiento de electricidad y tienen constantes apagones. Ambos países ya viven una crisis energética severa. Bolivia no está muy alejada también de sufrir escasez de electricidad por la declinación de sus campos de gas y porque no está incentivando adecuadamente a empresas que pueden generar energías alternativas para reemplazar a los combustibles fósiles.
No es agradable decir “te lo dije”, pero ojalá esta reflexión sea tomada en cuenta lo más antes posible para, por lo menos, incentivar más que las empresas privadas produzcan más energía hidroeléctrica, solar, eólica y en base a hidrógeno. Estamos aún a tiempo de evitar apagones eléctricos frecuentes en todas las ciudades del país. ¡No a más subvenciones, sí a los incentivos para generar más eficiencia energética!.