Ni en la época de la UDP se experimentó una crisis política, económica y social, como la que se vive en la actualidad. Consecuencia de los gobiernos de turno. Que amenaza con detener las históricas proyecciones de desarrollo nacional. Que pretende profundizar la brecha de la pobreza. Que propicia el desencuentro de los bolivianos. Que obstruye la actividad de los privados que atraen divisas. Parece que no hubiera interés para poner coto a esta realidad. Daría la impresión de que las autoridades viven en otro mundo. La indiferencia y la apatía priman hoy. Situación que ha sumido en la incertidumbre a la ciudadanía. Y ha dejado turulatos a quienes detentan el Poder. En consecuencia, será saludable todo cambio que vigorice la praxis democrática, tan deteriorada por intereses particulares.
En este marco, el Gobierno nacional se predispone a encarar la recta final de su mandato constitucional. Prácticamente le quedan pocos meses para concluir su gestión. Ya casi nada puede ofrecer ni tampoco cabe exigirle. La cosa ya está hecha, con el sello propio de los azules. El partido que promovió el indigenismo, cerrará un otro periodo gubernamental con más fiascos que aciertos, en materia económica. Ojalá se haga realidad el cambio que tanto espera la población. A pesar que los políticos jamás actuaron de buena fe, siempre tuvieron algo bajo la manga. Cambio serán las elecciones judiciales, a realizarse en diciembre próximo. También fue el reencuentro de la policía y las fuerzas armadas, en medio de una violenta convulsión político social. Instituciones que siempre estarán al servicio de los supremos intereses nacionales.
Algunos angurrientos de Poder, ya no podrán ser candidatos. Ello implica cambio. Obviamente por decisión de instancias jurídicas superiores. Parece que ya no protagonizarán berrinches, debido que el cálculo político les ha fallado. Pero tienen derecho al pataleo. Amenazaron inclusive con convulsionar al país. Creen que el conjunto ciudadano acatará sus instrucciones. Que los defenderá ante problemas personales que enlodaron su trayectoria política. Que asumirá actitudes irracionales, junto con quienes detestan el cambio.
Asimismo, otros ni remotamente desean el cambio. Están empeñados en alentar el retroceso nacional, imponiendo sus designios particulares. En exigir la renuncia del presidente de la Republica y la convocatoria de elecciones generales inmediatas. En emprender marchas y protestas. En ser nuevamente candidatos. En la confrontación con efectivos de la institución del orden y de las fuerzas armadas. En busca de muertos para acusar de genocida al régimen de turno. En privar de alimentos y medicamentos a la población. En cubrir con alfombras de piedra las principales carreteras del país. Tal como lo hicieron en tiempos de la pandemia, que sembró de cruces el territorio nacional. Y recientemente ha provocado millonarias pérdidas.
En suma: todo cambio es y será saludable, por el bien común.
Todo cambio es saludable
Severo Cruz Selaez
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