Ante el sinfín de veces en que los dirigentes del MAS expresaron públicamente su adhesión al sistema de gobierno socialista y hasta comunista, similar al que rige en Corea del Norte, Cambodia, Vietnam, Laos e incluso Cuba, es útil aclarar que dicho giro doctrinario en esas naciones no habría sido posible, sin la imposición eminentemente interesada del entonces Imperio Soviético.
Consumado el fracaso de esa diabólica experiencia en los países citados, es bueno señalar que, desde los tiempos de Marx, ningún país desarrollado y realmente capitalista se convirtió al comunismo, salvo aquellos de la Europa Oriental, donde países satélites de la antigua Unión Soviética fueron forzados a aplicar este tipo de régimen a sus pueblos, dado que eran simples colonias del Imperio Soviético. Qué mayor muestra tangible que la caída, hace 35 años, del muro de la vergüenza en Berlín, que dividió a Alemania por varios años.
En efecto, la URSS colapsó y automáticamente todos los países del otrora Pacto de Varsovia abandonaron el comunismo, con el ansiado afán de pertenecer al Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una conversión al capitalismo de países que gozaban del “paraíso comunista” que habría sido inexplicable e inconcebible para sus creadores: Marx, Engels, Lenin, Stalin o Mao Tse-Tung.
En lo que a Bolivia refiere, donde gracias al instrumento político que nos gobierna desde hace 18 años y se identifica como: antiimperialista, marxistaleninista, socialista, indigenista y ateo, nadie sabe explicarnos, con cierta exactitud, cuál es la ruta trazada, aunque ésta sea la del verdadero comunismo según Lenin, Tilín, Putin o Xi Jinping. Nuestra conclusión es que nos están llevando a un rumbo incierto y, a un costo estratosférico, que ya promedia los ciento veinte mil millones de dólares americanos, una suma, en moneda capitalista, difícil de encontrar actualmente y libremente en nuestro país.
A lo largo de estas últimas dos décadas, el régimen nos trata de embutir, al menos retóricamente, todo ese embuste doctrinario, empero, en forma más pasteurizada que los pertenecientes a nuestra órbita geográfica, tales como Cuba, Nicaragua, Venezuela y todos los adscritos al Foro de Sao Paulo, donde sus cipayos, tratando de modernizar el concepto, lo rebautizaron con el eufemístico sobrenombre de “Socialismo del Siglo XXI”, para justificar sus políticas de represión, violación de los derechos humanos, y falta de libertades individuales, sometiendo a sus pueblos a la más extrema pobreza, rapiña, narcotráfico y degradación.
Ahora bien, con esa innegable capacidad que tienen los inventores chinos del papel y la pólvora, han extraído del comunismo, como del capitalismo, las clases que tanto odian los primeros, creando una clase superior que gobierna con el más claro estilo del capitalismo salvaje, donde existen multimillonarios, iguales o mayores que en los EEUU y una amplísima base proletaria y campesina sojuzgada, con el peor estilo de las pasadas dinastías del Imperio. Con esa flamante y depurada doctrina están asistiendo al Perú, con la construcción del mega puerto marítimo de Chancay, que competirá con los más grandes emprendimientos de los capitalistas. Entretanto, nuestro presidente asiste en el Brasil a la reunión del Grupo de los 20, una entelequia de la cual estamos seguros de que llegará con las manos llenas de MAS de lo mismo.