Tokio, que alguna vez fue símbolo de prosperidad, se ha transformado en un centro de turismo sexual. La crisis económica también ha llevado a un aumento en el número de adolescentes y mujeres jóvenes que ingresan a la industria del sexo para sobrevivir.
La relajación de las restricciones tras la pandemia ha incrementado la presencia de hombres extranjeros, especialmente chinos, en busca de conseguir mujeres jóvenes y, en esencia, comprar servicios sexuales.
El secretario general del Consejo de Enlace para la Protección de los Jóvenes, Yoshihide Tanaka, advirtió que «Japón se ha convertido en un país pobre», reflejo de los crecientes desafíos económicos, como el debilitamiento del yen y el aumento de la pobreza.