Bolivia necesita unidad nacional hoy más que nunca. Necesitamos afrontar todos juntos y en una dirección bien establecida la terrible crisis actual. Queda claro que estamos ante uno de los momentos más complejos en nuestra historia, y de fracasar, podríamos atravesar una hecatombe. Hay muchas similitudes con la crisis vivida en los ochenta, y las soluciones, al igual que en esa época, deben ser de carácter estructural y realizadas sin titubeos.
El socialismo ha destrozado Bolivia en todos los ámbitos, y es nuestro deber reconstruirla. Después de 20 años de un discurso de odio y división, y ante la incapacidad de una oposición funcional, se debe construir un discurso basado en la unidad nacional y en la consolidación de la nación boliviana. Ya fue suficiente con los destrozos del socialismo y el enfrentamiento entre bolivianos. Debe surgir la unidad nacional para que Bolivia conozca un mejor futuro.
En múltiples ocasiones he fomentado el discurso del nacionalismo boliviano, basado en que Bolivia es solo una nación y no un Estado Plurinacional, que solo busca dividirnos. Bolivia, como todas las otras naciones de la región, nace en base al mestizaje y cuenta con el “plus” de que decidimos ser un país “independiente” sin ataduras y con un camino propio al no aceptar anexarnos a Perú o a Argentina.
Con tantos siglos de historia transcurridos, es innegable la existencia de la nación boliviana. Lo que hace falta es un Estado que, por fin, la consolide como tal. Cuando todos asumamos nuestro rol de bolivianos, podremos ir a mejor y resolveremos heridas históricas que estos últimos años el masismo ha buscado “abrir”. Hace falta un nuevo Estado que represente a la nación boliviana y que fomente la unidad nacional. Es momento de superar las divisiones injustificadas y las posiciones radicales. Es el deber de los más jóvenes llevar a cabo este proceso y lograr un hito único en nuestra historia. Cuando nos sintamos todos parte de la nación boliviana, tendremos metas claras y, sobre todo, habremos resuelto un gran problema político.
El nacionalismo boliviano también debe buscar cambiar nuestra mentalidad y metas. Debemos dejar de vernos como víctimas y subalternos, para pasar a ser protagonistas y actores de peso dentro de la política regional. Basta de hablar de “soberanía de los pueblos”, pasemos a hablar de la grandeza de la nación y metas a nivel geopolítico. Debemos dejar de lamentarnos por el fallo de La Haya y pensar en crecer económica y políticamente para que, una vez en una posición más favorable, tengamos más margen de acción para poder recuperar nuestro mar. Dejar de ver a Bolivia como un país “derrotado” e insignificante y empezar a plantear soluciones estructurales para impulsar el crecimiento y el poder de nuestra nación. Dejar de lado una mentalidad poco ambiciosa y pasar a favorecer metas grandes que muestren la grandeza de Bolivia. Cambiemos nuestra historia, tenemos con qué.
El eslogan de Trump es “Make America Great Again”, lo que viene a traducirse como “hacer América grande de nuevo”; en otras palabras, recuperar la grandeza y el poder de Estados Unidos, que en las últimas décadas ha perdido. Nosotros debemos adoptar un enfoque que busque crear una patria grande y fuerte, un enfoque basado en que el momento de Bolivia es ahora. Un enfoque innovador que busque cambiar nuestro destino y que sea un antes y un después en nuestra historia, que sea el inicio de una nueva era, una era de triunfos y crecimiento. Es hora de dar a nuestra nación, por fin, el impulso que le hace falta. Ya basta con el socialismo destructor y la mediocre socialdemocracia. Solo con el nacionalismo boliviano podremos encontrar el valor moral y la voluntad para engrandecer a la nación y para dar el salto definitivo a un futuro más brillante.
Nacionalismo boliviano para un mejor futuro
Fabian Freire
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