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Psicología del color

Cómo los colores influyen en tus emociones

Por Gabriela Sabater, psicóloga

Culturas como la china o la egipcia usaban los colores para curar. Hoy en día, no llegamos a ese punto, pero sabemos que nuestro estado de ánimo puede cambiar según ciertas tonalidades.

La psicología del color es una ciencia que nos revela cómo las diferentes tonalidades afectan la conducta y estado de ánimo; es decir, la relación que pudiera existir entre los colores y las emociones que experimenta una persona. Esta es una herramienta poderosa en los ámbitos empresariales y hasta en los sanitarios.

Por ejemplo, el rojo es estimulante para el consumo y el azul genera confianza y bienestar, mientras que el verde es adecuado para las salas médicas porque se relaciona con la relajación. Nuestro cerebro procesa la información visual que adquirimos, de manera que esta tiene un fuerte impacto en nuestra vida diaria.

Relación entre colores y emociones

Desde la psicología del color se busca comprender cómo los colores influyen en las emociones, percepciones y comportamientos de las personas. Si bien el marketing y la publicidad son las esferas que más han profundizado y explotado la comprensión de este vínculo, desde un punto de vista científico todavía no tenemos datos concluyentes sobre este tema.

Por otro lado, los psicólogos puntualizan también que nuestros sentimientos sobre el color suelen ser muy personales y ligados, a menudo, a la propia experiencia. A pesar de ello, hay un hecho indudable, y es el referente a que el impacto del color en nuestras vidas no es algo que deba subestimarse. A pesar del vacío en la investigación clínica, existen datos reveladores que pasamos a describirte.

Los colores cálidos y la intensidad emocional

Rojo, naranja y amarillo, son colores cálidos que generan en nosotros emociones intensas y enérgicas. Suelen estimular un amplio espectro de sensaciones y sentimientos que te serán conocidos, tales como bienestar, alegría, entusiasmo o calidez. Ahora bien, si un escenario abusa de esta tonalidad, puede evocar cierta agresividad, molestia o tensión.

El rojo y el poder

Uno de los colores más intensos y estimulantes que existen es el rojo. Se elige para las señales de tránsito porque lo asociamos con el peligro y la alerta. No obstante, sus tonalidades un poco más apagadas se vinculan de manera tradicional con emociones como el amor, la pasión o la sensualidad.

Por su parte, los tonos más brillantes nos infunden cierta sensación de poder, por lo que podrían provocar una respuesta emocional y conductual de dominancia. Es decir, nos transmite no solo esa percepción de riesgo o advertencia, también puede infundir en nuestra mente cierto poder.

El naranja y el optimismo

El naranja induce la creatividad y el entusiasmo, y estimula la interacción social. Es más, los expertos en neuromarketing saben que es un color ideal para escenarios donde se reúnen muchas personas. Reduce la irritabilidad y actúa como facilitador para la conexión.

A menudo, se propone que el naranja nos recuerda los atardeceres y las tranquilas tardes de otoño. Esa sensación gratificante y anclada al medio natural, podría ser suficiente para que tenga con frecuencia esa connotación positiva en el universo emocional de nuestra mente. Pero insistimos en que no es una experiencia universal y generalizada; siempre hay excepciones.

El amarillo y la seguridad

Amarillo es ese color primario capaz de inducirnos felicidad o, contrariamente, cierta ansiedad. Dicha ambivalencia se explica por la intensidad en su tono. Si es elevado y roza casi la fosforescencia, puede generar agitación e incomodidad. En su gama más moderada, en cambio, evoca sentimientos de esperanza, positividad y entusiasmo.

El amarillo transmite sensación de seguridad a quien lo observa. Así, marcas como IKEA o UPS lo incluyen en sus logos porque llama la atención y porque puede inducir confianza en sus consumidores.

Colores fríos y el equilibrio emocional

Los colores fríos son aquellos que se encuentran en esa gama que va del azul al verde en el círculo cromático. Se asocian con la naturaleza, el agua y el cielo; tienden a evocar emociones de calma, serenidad y frescura, y suelen ser los más atractivos para la población en general.

La serenidad del azul

Marcas como Facebook, Ford o PayPal utilizan el azul en sus grafismos porque evocan sentimientos de confianza, serenidad y estabilidad. Es, según una encuesta de la empresa YouGov, el color más popular entre la población mundial. Y no es casualidad. Este inspira paz, elegancia y serenidad.

Los tonos más claros se perciben como relajantes, pero cuando suben de intensidad y se saturan, resultan energizantes. Por su parte, el azul oscuro, al igual que el azul marino, expresa cierta sensación de fortaleza y profesionalidad. Muchas personas también asocian este color primario con la tristeza. Son sensaciones particulares que, a veces, se condicionan a raíz de ciertas experiencias.

El verde sanador

Como el azul, el verde genera sentimientos de calma, pero va un poco más allá. Puede reducir el estrés y propiciar cierta armonía emocional en el ser humano.  Muchos centros de mayores o residencias lo emplean en la decoración de sus salas, para mejorar el estado de ánimo de sus habitantes.

La razón de este supuesto efecto sanador es que rememora en nosotros el color de la naturaleza. Por otro lado, esta tonalidad puede estimular el pensamiento creativo si se incorpora en escenarios académicos o de trabajo. De hecho, se ha visto que los niños que estudian en entornos dominados por plantas, vistas naturales o estímulos de color verde, demuestran ideas más originales.

La introspección y el violeta

Culturalmente, el morado encarna la profundidad y el misterio, porque se encuentra justo en la intersección entre el rojo intenso y el azul sereno. Los tonos púrpuras invitan a la contemplación y la introspección y, a su vez, invitan al recogimiento y la espiritualidad. Es más, comúnmente se asume que puede favorecer la meditación y las prácticas de atención plena, permitiéndonos llegar a las capas más profundas de nuestra mente.

Colores neutros

Los colores neutros son los que tienen una baja intensidad para el ojo humano. Además, son acromáticos, es decir, la luz que proyectan carece de tono y de saturación. Sin embargo, esto no significa que no hay alguna relación interesante. Veámoslo con detalle.

El blanco y la sensación de inocencia

Las emociones que nos suscita el color blanco se asocian con frecuencia a tropos culturales. Lo vemos como símbolo de la pureza y de inocencia. Es el color que las novias eligen para sus vestidos y el que enarbolan las banderas que piden la paz. Además, nos genera sensación de imparcialidad, neutralidad y hasta de limpieza.

En su reverso negativo, podríamos decir que, si nos colocan en un espacio totalmente blanco, sentiríamos cierto desasosiego. Imagina esa experiencia durante un momento. El blanco en grandes cantidades produce en nuestro cerebro sensación de vacío y hasta de aislamiento.

El gris y el conformismo

Esa sutil combinación entre el blanco y el negro resulta en gris, una tonalidad que está en el rango de las menos preferidas entre la población, pero tiene su particularidad. Desde la perspectiva de la mentalidad cromática, es un color que se debate entre las emociones positivas, las neutras y esas un poco más incómodas.

Por ejemplo, transmite cierta sensación de imparcialidad. Al no ser ni muy brillante ni muy oscuro, evoca percepciones de sobriedad, lo que es aprovechado en el mundo de la moda, el cual también se sirve de la elegancia de esta gama. En una esfera un poco más negativa, los escenarios en los que domina el color gris producen melancolía y tristeza. Es, al fin y al cabo, el tono de los días nublados.

El negro

Este tono tiene efectos muy potentes desde un punto de vista emocional. Podríamos decir que el color negro intimida y que transmite fuerza, ​​disciplina y cierta sensación de superioridad en quien lo viste.

 

Desde un punto de vista cultural, sabemos que se vincula a la muerte y al duelo. Este tono cromático evoca sin duda un amplio espectro de emociones, pero todas ellas se sitúan en ese polo más complejo relacionado con la fuerza, el miedo o la tristeza. Cabe señalar, eso sí, que la industria de la moda se sirve de él como símbolo de elegancia.

Colores que pintan la vida y nuestras emociones

La forma en que influyen los colores en el estado de ánimo se asocia tanto a factores biológicos como culturales. Este dato es interesante, porque tonos como el rojo pueden activar nuestro sistema nervioso, mientras que un azul cálido lo serena. No obstante, es importante recordar que también tienen una fuerte base simbólica y personal.

Muchas personas asocian ciertos tonos a determinadas experiencias vitales, tanto positivas como negativas. Es difícil hablar, por tanto, de una relación estándar entre los colores y las emociones. A pesar de ello, tanto desde la psicología como desde el mundo de la publicidad, siguen investigando su impacto en nuestro cerebro. Y es que los colores son el lienzo de nuestra vida y de nuestro fascinante universo emocional.

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