Cuando llega la temporada de lluvias, en varias regiones del país surgen problemas para los cuales no hay suficientes recursos económicos ni equipos de ayuda efectiva, tanto a nivel local como nacional. Por ello en el oriente con las precipitaciones pluviales crece el caudal de ríos y se producen inundaciones que ocasionan daños materiales de consideración y hasta pérdida de vidas. También ocurren desbordes de aguas en el occidente, como sucedió en la ciudad de La Paz, donde hace algunos años hasta el centro de la ciudad tuvo que soportar la furia de la naturaleza.
Hoy con el comienzo de la época lluviosa, varios municipios van siendo afectados y se augura que otros más serán perjudicados, hasta que cambie la temporada, la cual, además, se ha vuelto irregular, según expertos, por el cambio climático que afecta a todo el mundo. Es decir que resulta más difícil predecir fenómenos naturales como lluvias y sequías, debido a que seres humanos están dedicados a dañar la naturaleza con avasallamientos de reservas naturales e incendios forestales, sin prever las graves consecuencias de tales acciones.
En el caso de nuestra ciudad, hace más de una semana, una mazamorra afectó a 40 viviendas en la zona Bajo Llojeta, debido, se dice, a que una empresa constructora había echado toneladas de tierra a una quebrada tierra, cerca del Cementerio Los Andes. Esa mezcla de agua y tierra tapó la bóveda del río Pasajahuira y llegó a las viviendas de las urbanizaciones Santa Cecilia y Rosario de la zona Los Sargentos, perdiendo la vida una niña y quedando varias familias damnificadas.
El asunto está en investigación, pero resaltan algunos aspectos. Inicialmente se advierte que no hay coordinación, posiblemente ni delimitación rigurosa de atribuciones, entre municipios para permisos relacionados con obras de construcción. Por ello no hay suficiente control para evitar siniestros como el mencionado. Tampoco se ha logrado frenar a loteadores que se aprovechan de la necesidad de vivienda de la gente pobre que, imposibilitada de pagar alquileres o contar con anticréticos, es tentada a adquirir lotes en lechos de ríos, cerros y otros sitios no aptos para construir viviendas.
También llama la atención que, a pesar la existencia de parlamentarios y concejales, no se advierta una intensa labor para, por ejemplo, resolver problemas de delimitaciones territoriales. Y que cada municipio tenga un sólido ordenamiento jurídico para evitar que sigan los loteamientos con impunidad que, además, acaban con zonas verdes, tan necesarias para “vivir bien”. Y los planes de vivienda anunciados con pompa por los gobiernos masistas, ¿no deberían estar orientados a aliviar la necesidad de contar con casa propia de estas personas?
Queda mucho por hacer en los municipios, particularmente mejorando las medidas de prevención, que deberían ser permanentes para evitar riesgos conocidos, por la llegada de lluvias intensas.
Riesgos conocidos en tiempo de lluvias
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