El país se encamina a votar en los comicios judiciales del domingo 15 de diciembre, que sin duda serán nuevamente fallidos como los dos anteriores, que eligieron a magistrados por lo general sumisos al poder, acusados de irregularidades y considerados mediocres.
En esta ocasión la situación es aún peor, porque los magistrados autoprorrogados hace casi un año lograron además que en cinco departamentos la elección judicial no fuera completa, con el evidente propósito de mantenerse el mayor tiempo posible en sus cargos.
En las dos elecciones anteriores (2011 y 2017), los votos nulos y blancos vencieron con dos tercios, lo que le restó total legitimidad al proceso, pero el gobierno de Evo Morales apoyó a los elegidos para poder controlar a la justicia. Ahora hace lo mismo el gobierno de Luis Arce.
Se cree que nuevamente ganará el voto blanco y nulo, considerando que la ciudadanía no conoce a los candidatos y que el sistema de votación es rechazado por la ciudadanía.
Un fallo del TCP emitido el 4 de noviembre suspendió las elecciones judiciales para este órgano en Pando, Cochabamba, Santa Cruz, Beni y Tarija y para el TSJ en Beni y Pando.
Se pensaba que, a diferencia de las dos elecciones anteriores, esta vez la participación de la oposición en la selección de candidatos en el Legislativo aseguraría aspirantes de mejor calidad profesional, pero al final no fue así.
Se considera el método de votación de magistrados como una de las peores reformas constitucionales de 2009, idea influida por un grupo de especialistas españoles y defendida en el país por personajes como Álvaro García Linera y Héctor Arce Zaconeta.
El fin de la reforma era que el gobierno controlara la justicia, lo que se logró, pero otro efecto fue la decadencia del sistema judicial. (Brújula Digital)