Posiblemente la población continúe inmersa en la adversidad económica en ocasión de cumplirse el bicentenario de Bolivia. Con ausencia de dólares, a raíz del agotamiento gasífero. Con escasez de diésel, asimismo, con una elevada y costosa canasta familiar. Con irrisorios sueldos y salarios. No habrá bolsillo que aguante el embate de la crisis nacional. Con elevados índices de pobreza, del comercio informal, del contrabando, del narcotráfico y la inseguridad ciudadana. Con una enorme frustración entre la gente joven. Aún no hay señales que nos permitan salir de este tremendo atolladero económico.
Un oficialismo desgastado no solo por la difícil realidad económica, sino por el fraccionamiento del partido en función de gobierno, será quien asuma los actos conmemorativos del bicentenario. Debilitado por peleas internas, promovidas por intereses particulares, se ha visto en la imposibilidad de hallar soluciones para apremiantes problemas del país. Acosado por el descontento social, que traduce el repudio a la ineficacia e indolencia gubernamental, tendrá que culminar su gestión, cediendo el Poder a quien resultare ganador en las próximas elecciones. No importa la tendencia político ideológica. Lo que importa es salvar a Bolivia y lo antes posible. Una oposición radical surgida del mismo partido, le ha saboteado tremendamente. Con bloqueo de caminos de más de 20 días, que ha provocado la paralización de la economía del país. La extrema medida fue digitada desde el Trópico.
Que el Bicentenario sea escenario del reencuentro, tanto de las regiones productoras como de las consumidoras. Sea el punto de referencia para hacer las paces, pensando siempre en la unidad de la Patria. Para diseñar proyectos y estrategias, relacionados con el engrandecimiento nacional. Para sobrellevar los efectos catastróficos de la situación actual. Que su conmemoración no se limite solamente a los actos protocolares, a los discursos ni a las reseñas históricas, sino sea la coyuntura histórica para intercambiar inquietudes, ideas e ideales, en procura del bien común. Que orientales y occidentales honren dicho evento, despojados de intereses regionalistas. Deponiendo diferencias y con la fe puesta en Bolivia. Sin las consabidas rencillas. Con un abrazo de hermandad, como verdaderos bolivianos.
Nuestros mayores, que nos legaron esta Patria, actuaron movidos por el amor profundo a la libertad, restringida por el sometimiento externo. Hombres y mujeres que participaron decididamente en la histórica tarea de diseñar un destino mejor. Que se entregaron de cuerpo y alma a la causa libertaria, hasta lograr la fundación de la República de Bolivia. Jamás percibieron emolumento alguno. Muchos de ellos murieron en la extrema pobreza. Rodeados por la ingratitud y el olvido de sus congéneres. Hoy tenemos la obligación de reivindicarlos, por lo menos celebrando el bicentenario. La población boliviana, de oriente y occidente, se debería movilizar bajo la consigna de rendir homenaje a los manes de la Patria, en esa ocasión tan significativa. Ojalá sea una oportunidad para deponer diferencias, odios y rencores.
En suma: construyamos país con trabajo, producción y exportación, como homenaje a los que nos dejaron este jirón patrio.
Escenario del reencuentro
Severo Cruz Selaez
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