Queridos lectores, amantes del buen comer, continuamos nuestro viaje culinario por los países, las tradiciones que unen a familias y ahora viajaremos hasta Bélgica para conocer sobre una dulzura que se realiza en las fiestas navideñas.
Los gofres belgas, como pocas creaciones, poseen la capacidad de evocar al mismo tiempo nostalgia, placer y calidez. Estos icónicos dulces, conocidos por su textura crujiente en el exterior y esponjosa en el interior, han conquistado corazones en todo el mundo, pero su historia va más allá del simple deleite culinario. Para entender la magia que representan, es imprescindible viajar en el tiempo hasta los rincones de una Bélgica impregnada de tradiciones y celebraciones que, como la Navidad, han tejido sus raíces con el arte del buen comer.
El origen de los gofres, o wafels en neerlandés, se remonta a la Edad Media, cuando los panaderos experimentaban con moldes de hierro grabados para crear panes planos que, con el tiempo, evolucionaron en las rejillas que conocemos hoy. En un principio, estos gofres no eran dulces, eran más bien un alimento básico, hechos de harina y agua. Sin embargo, con la llegada del azúcar al continente europeo y el desarrollo de la repostería, los gofres se transformaron en un lujo reservado para ocasiones especiales. Bélgica, dividida en regiones lingüísticas y culturales, desarrolló varias versiones del gofre, siendo las más famosas el Gofre de Lieja, con su masa densa y perlas de azúcar caramelizadas, y el Gofre de Bruselas, más ligero y aireado.
La relación entre los gofres belgas y la Navidad se entrelaza con las ferias de invierno y los mercados navideños, especialmente aquellos que iluminan las ciudades belgas como Bruselas, Brujas o Gante. En estos escenarios festivos, los gofres se convierten en un símbolo de calor y celebración. Servidos calientes, espolvoreados con azúcar glas o acompañados de chocolate derretido, frutas y crema, estas delicias encuentran su hogar natural entre el brillo de las luces, los villancicos y el aire frío del invierno. Comer un gofre en estas fechas no es solo una experiencia gastronómica, es un ritual que une a familias y amigos en un instante de puro gozo.
Hoy, los gofres belgas representan mucho más que una receta, son un puente entre el pasado y el presente, un legado cultural que celebra el ingenio, la generosidad y el espíritu de compartir. Como protagonistas indiscutibles de las mesas navideñas y los mercados de invierno, nos invitan a saborear la historia en cada bocado y a celebrar las festividades con el corazón lleno de dulzura.
Así es queridos lectores, rendimos homenaje a los gofres belgas, una tradición que no solo satisface el paladar, sino que también alimenta el alma en la temporada más mágica del año.
¡A disfrutar esta receta!
GOFRES BELGAS TRADICIONALES
(Estilo Bruselas)
Ingredientes:
Aprox. Para 8 gofres grandes
250 g de harina de trigo
10 g de levadura fresca (o 5 g de levadura seca)
2 huevos (separar las claras y las yemas)
350 ml de leche tibia
100 g de mantequilla sin sal (derretida y enfriada)
50 g de azúcar
1 pizca de sal
1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
Azúcar glas, chocolate, frutas o crema para decorar
Preparación:
Activar la levadura:
En un bowl pequeño, mezclar la levadura con 50 ml de leche tibia y una cucharadita de azúcar. Dejarla reposar durante 5-10 minutos hasta que se forme una espuma en la superficie.
Preparar la masa base:
En un bowl grande, tamizar la harina y hacer un hueco en el centro. Agregar la mezcla de levadura, las yemas de huevo, el azúcar restante, la vainilla y la leche tibia poco a poco, mientras mezclar con unas varillas o una cucharada de madera.
Incorporar la mantequilla derretida y mezclar hasta obtener una masa homogénea y suave.
Con una batidora, montar las claras de huevo a punto de nieve con una pizca de sal. Esto le dará ligereza a los gofres.
Incorporar las claras montadas a la masa, con movimientos envolventes, para evitar que pierdan aire.
Reposar la masa:
Cubrir el bowl con un paño limpio y dejar reposar la masa en un lugar cálido durante unos 45 minutos o hasta que doble su tamaño.
Cocinar los gofres:
Precalentar la gofrera y engrasarla ligeramente con un poco de mantequilla o aceite.
Verter un cucharón de masa en la gofrera (sin sobrellenarla) y cocinar los gofres durante 3-5 minutos, o hasta que estén dorados y crujientes.
Servir:
Espolvorear azúcar glas sobre los gofres calientes y acompañarlos con chocolate derretido, crema batida, frutas frescas o el topping de su preferencia.
Para un toque navideño especial añadir una pizca de canela, nuez moscada o ralladura de naranja a la masa para un aroma festivo.
Queridos lectores hasta la próxima cucharada de sabiduría gastronómica y no olviden que:
“La gastronomía hecha con amor, física, química y biológicamente sabe mejor”
Chef Franz R. Arandia Belmonte
Gastrónomo Profesional e Investigador Gastronómico
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