El Tribunal Supremo francés confirmó ayer la condena por corrupción y tráfico de influencias contra el expresidente, Nicolás Sarkozy, que deberá llevar un brazalete electrónico durante un año. Sarkozy se convierte así en el primer expresidente obligado a cumplir una condena de arresto, aunque sea domiciliario.
El expolítico, de 69 años, deberá comparecer antes de un mes ante un juez de libertades y detención, que establecerá las modalidades en las que llevará el brazalete electrónico y otras condiciones de su arresto domiciliario.
Los abogados de Sarkozy dejaron entrever que apelarán al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, pero eso no suspende la aplicación de la pena.
El expresidente sufre así un enorme revés jurídico, uno más de los que le está reservando la justicia desde su salida del Elíseo en 2012, derrotado por el socialista, Farnçois Hollande.
VÍCTIMA DE «ACOSO JUDICIAL»
El expresidente francés aseguró ser víctima de «acoso judicial» y se preguntó si la condena tiene un trasfondo político. Señaló que no acepta «esta injusticia» y considera que sus derechos se «han pisoteado».
«Como hice siempre a lo largo de estos 12 años de acoso judicial, asumiré mis responsabilidades y afrontaré sus consecuencias», escribió en su cuenta de X.
Sarkozy también lamentó que ese recurso pueda hacer que Francia acabe condenada en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, algo que «hubiera podido evitarse con un análisis jurídico sereno».
«Quiero reiterar mi total inocencia y mi convencimiento de que actué bien. Mi determinación es total en este caso y en los demás. La verdad acabará triunfando. Cuando lo haga, cada uno tendrá que rendir cuentas ante los franceses», agregó.
El expresidente lleva años sosteniendo que algunas de sus decisiones durante sus cinco años en el Elíseo le crearon enemigos en la instancia judicial, lo que a su juicio pudo influir en este caso como en los otros dos que tiene abiertos, por las financiaciones ilegales de sus dos campañas presidenciales, la de 2007 y la de 2012.
Aunque apartado de la primera línea política, Sarkozy sigue teniendo una gran influencia en la derecha francesa y mantiene contactos regulares con el actual presidente, Emmanuel Macron.
EL “CASO BISMUTH”
La condena por corrupción y tráfico de influencias es conocida en Francia como el “caso Bismuth”, en referencia al nombre falso que eligió Sarkozy para abrir una línea telefónica secundaria con la que mantenían comunicaciones y que también fue interceptada.
En las escuchas descubrieron conversaciones que apuntaban a un caso de presunta corrupción y tráfico de influencias.
Supuso la primera condena para el expresidente, dictada por el Correccional de París en marzo de 2021 que le sentenciaba a tres años de cárcel, aunque solo uno efectivo, con la posibilidad de cumplirlo en arresto domiciliario y con un brazalete electrónico. Es la condena que confirmó el Supremo.(Rtve)