El jueves se fue uno de los grandes de la radiodifusión boliviana y el periodismo nacional: Mario Castro Monterrey, quien hizo mucho por la cultura y la comunicación del país.
Hoy, a manera de rendirle un merecido homenaje póstumo, les presentamos la entrevista que le hizo el entonces suplemento Tu Guía en el periódico EL DIARIO al otrora director de las Radios Cristal y Cumbre FM, además de Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2013 y el Premio Nacional “Gunnar Mendoza” 2005.
Castro, si bien hizo un encomiable trabajo en la prensa y televisión del país, fue en la radio donde desarrolló sus casi 70 años de reconocida trayectoria. Sus primeros pasos los dio de manera accidental en 1952 en Radio Libertad, cuando el entonces director de esa emisora, Gustavo Bush, hermano del presidente Germán Bush, le dijo que apreciaba en él su forma de expresarse y conversar, además de su timbre de voz, que le parecían útiles para la radio.
“… después fui aprendiendo, pero no sólo me interesaba la locución, entonces entré en la cocina de la radio para ver cómo se adosa un plato con los diferentes ingredientes y aprendí a ser libretista, esto me entusiasmaba mucho, la redacción, comencé con algunas glosas, después libretos, algunas dramatizaciones de leyendas, tradiciones, de supervivencias populares y eso me dio ya otro nivel, me gustó y seguí ganando territorio”, contó don Mario a Tu Guía.
De Libertad se fue a radio El Cóndor, cuando era dirigida por los hermanos Ramón y Ulises Peláez, y luego a radio Illimani, cuando, según dice, “era un monumento respetable”. Posteriormente fue invitado a dirigir Radio Altiplano, cuando la empresa era de propiedad de los señores Carrasco, hasta que con la legítima aspiración de independizarse fundó Radiodifusoras Cristal, a mediados de los años 70, y después Cumbre FM.
TG: En tantos años de trabajo, ¿cuál fue su mayor logro?
M: Bueno, yo diría y no es una respuesta demagógica, que lo pequeño o grande que he hecho en la radio, lo mismo que cuando trabajaba en la prensa o en la televisión, para mí han sido importantes y han tenido una gran significación. Me han dado enormes satisfacciones porque me entregué con la misma y la más absoluta responsabilidad.
TG: ¿Esa entrega significó algún sacrificio?
M: No, me he entregado a esto, evidentemente, absorbido por ello; sabemos bien que estas actividades son esclavizantes, pero no han significado un sacrificio ni un renunciamiento, lo hice con enorme satisfacción.
TG: ¿Qué es lo positivo y negativo de su trabajo?
M: Para mí todo es positivo, de lo negativo que puede darse, porque evidentemente en todo hay altibajos, procuro sacarle algún provecho como experiencia, como algo aleccionador para no cometer errores. Ahora, felizmente, he tenido reconocimientos muy importantes y esto me complace grandemente.
TG: ¿Recuerda alguna entrevista en especial?
M: Muchas, pero cada una es diferente y tiene sus particularidades. En las más de 3.000 entrevistas que hice en la Revista Cultural de los domingos, el programa de mayor duración en la radiodifusión nacional que se emite por Cristal y Cumbre, algunas veces estuve con interlocutores muy fluidos, interesantes, de los que uno también asimila muchas cosas, son fuentes de agua viva y vivificantes de las que uno bebe y absorbe.
TG: A pesar de haber hecho prensa y TV, ¿se considera más un hombre de radio?
M: Sí, porque he dedicado más tiempo a la radio, pero como en la radio, además, hay modalidades y modalidades de trabajo, puestos y puestos en los que uno se puede desenvolver, no he abandonado el periodismo. Por ejemplo, todos los días hago un comentario editorial respecto al amplio y plural panorama de nuestra realidad. Ahora para hacer esto todos los días, se tiene que estar empapado, documentarse, nada es un hecho aislado, todo tiene sus concomitancias, sus derivaciones, sus asuntos colaterales… Tiene que haber responsabilidad, curiosear escudriñar, escarbar en todos los terrenos para no ser un diletante que cometa errores, que son imperdonables en materia de comunicación.
TG: ¿Qué tipo de periodista es Mario Castro?
M: (…) pienso que soy mesurado, trato los temas que comento y a las personas que entrevisto con las más alta ponderación y pluralidad, ahí está otro de mis privilegios personales. Como soy independiente, no tengo signo político, puedo censurar lo que damnifica al país y aplaudir lo que gratifica al país. Me alejo completamente de las exteriorizaciones particulares, del denuesto, la diatriba, de desacreditar a la gente.
TG: ¿Cómo cultiva la buena voz que tiene?
- Nunca me he ocupado de cultivarla, simplemente es una forma particular natural que tengo. Sabe, cuando me hacen ese halago siempre pienso que me gustaría más que me digan, qué digo y cómo lo digo; todos tenemos voz, pero detrás de la voz puede haber un cultivo personal, que es el que me preocupa y me importa más.
TG: ¿Qué opina de la radio actual?
M: Lamentablemente hay una proliferación en la que no siempre se muestra calidad, hay estaciones respetables que han roto moldes anacrónicos y que hacen una tarea muy constructiva y edificante, pero hay otra cantidad también que ha degradado y estropea cada día la radiodifusión.
TG: Y del trabajo de Cristal y Cumbre, ¿qué nos puede decir?
M: Preferiría que sea el juicio público el que haga una definición; sin embargo, me siento satisfecho porque creo que con esta modalidad ofrecemos una alternativa diferente, no quiero decir que sea lo supremo, lo máximo, pero capitalizamos una importante sintonía que, en algunos casos, por la vía del reciclaje, las entrevistas o las encuestas, aprecian nuestro trabajo y eso es grandemente halagüeño.
TG: ¿No es arar en el desierto en medio de tanta competencia?
M: No, competitivamente nunca me ha interesado y jamás habría buscado por competencia, por ejemplo, entrar en los territorios del sensacionalismo o de la especulación.
TG: ¿Cómo se ve de aquí a unos años?
M: En el orden personal, quisiera verme saludable y optimista, con ganas de seguir trabajando, aportar en algo al país, aunque sea con un granito de arena, y en términos generales, que el país pueda alcanzar metas que muchas veces se ha trazado, pero que han quedado en meras intenciones.
DE PERFIL
Mario Castro Monterrey nació en La Paz el 12 de septiembre de 1934. Decía ser un hombre “demasiado meticuloso, detallista y preciosista”.
Su virtud fue, sin duda, la honestidad. Su carácter era tranquilo, pero “no quiere decir que no reaccione también por alguna rabieta”, confesaba.
Su hobby era la filatelia, la colección de estampillas, que la dejó en manos de sus nietos. “Como distracción, me gusta pasear, caminar. Una cuestión que no la consideraría hobby es que me gusta mucho la lectura y me entrego a ella constantemente”, contaba.