Hasta algunos años, en lenguaje político se utilizaba el término clases sociales para definir a los diversos sectores laborales que existen en el país. Todos ellos habían perdido de vista los grandes objetivos nacionales y democráticos y estaban concentrados en temas de menor cuantía, lo que no les permitía formar un frente común para un mejor entendimiento común y conquistar nuevos objetivos históricos que les faciliten satisfacer sus ideales.
No obstante, debido a la urgencia de utilizar un lenguaje adecuado a sus intereses, la corriente “masista” que se comporta como de ultra derecha y que se hizo del gobierno hace cerca de veinte años, tuvo la ocurrencia de sustituir el término clase social por el ambiguo concepto de “movimientos sociales”, naturalmente para satisfacer sus necesidades y dejar en el olvido a sus acompañantes, seducidos por las ofertas de la demagogia.
Sin embargo, se olvida que en Europa ese término, incluyente, se refiere a personas asociadas, según su condición o estatus profesional. Entonces, en la Unión Europea son «movimientos sociales» las agrupaciones de profesionales, chóferes y empleadas de servicios, entre otros. Pero en Bolivia esa categoría solo abarca a campesinos y algunos grupos de obreros, los que son afines al gobierno masista. En resumen, mientras en Europa todos pueden ser movimientos sociales, en nuestro país solamente son algunos, por decisión del oficialismo. En consecuencia, hay una copia distorsionada del término y su aplicación implica discriminación.
Volviendo al tema, aquí los “movimientos sociales” no tardaron en ver que lo que se les había prometido, en grande o pequeño, no se cumplió y, entonces, le dieron las espaldas al MAS y finalmente se alejaron, a pesar de la demagogia de sus jefes. Por ello las “bartolinas” se dividieron, así como campesinos.
En resumen, el frente de movimientos sociales se desintegró. Es más, cada uno de esos grupos ha empezado a protestar por el engaño y los sacrificios que tuvo que hacer para apoyar al masismo. Así, los caudillos azules quedaron solos o declaran falsamente que nada ha pasado en la alianza inicial, la que ya no existe y ha dejado “colgado” al jefe cocalero.
Finalmente, que el jeque masista declare que puede ordenar que se movilicen sus seguidores y paralicen el país –como intentó más de una vez– muestra una enorme deficiencia, tanto en su entorno partidario como a nivel personal. Y es que dicha amenaza no tiene sentido, por más que repita discursos demagógicos, pues ahora pocos le prestan atención y menos cumplirían sus instrucciones, como se vio varias veces. Más aún, es más fácil sacar chispas al duro pedernal que poder sacarle una idea correcta.
Lo cierto es que el ciclo político de personajes y “movimientos sociales” que se dirigen a tropiezos hacia el socialismo se acaba de manera inexorable.
“Movimientos sociales” abandonan al MAS
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