Que no se repita en el 2025

Como un suspiro pasó el año futbolístico 2024 en Bolivia, pero ese suspiro es tan profundo, cuando nos ponemos a analizar las realidades que destapó esta gestión y que deberían servir de experiencia para no volverlas a repetir en el 2025.
Un nuevo año siempre trae consigo nuevas esperanzas y el deseo insondable de renovación para bien.
En el 2024- que no fue la excepción- una vez más -el fútbol profesional y su organización, fueron víctimas de los problemas políticos y sociales porque en reiteradas oportunidades, los encuentros fueron fueron diferidos para más adelante , aspecto que pasó factura al final del torneo Clausura, con la reprogramación de fechas con una periodicidad de tiempo muy estrecha; lo que hizo que los equipos no tengan respiro ni de tres días (como sería lo correcto), para enfrentar su próximo compromiso.
Pero si bien el problema antes mencionado no es de responsabilidad de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) porque nada se puede hacer ante las protestas políticas de una sociedad, lo lamentable es que sabiendo la realidad boliviana, no se tomen las previsiones o se apruebe un «Plan B» respecto a los torneos.
En evidente comprobación, el nivel futbolístico bajó considerablemente entre las fechas 24 a 30, cuando el calendario tuvo que «hacer poner al día» a los clubes que sufrieron postergaciones obligadas.
Por otro lado, el bolsillo del hincha tampoco alcanzó para apoyar a su favorito, en todos los lances; de ahí derivan las bajas recaudaciones y los juegos casi en familia. Muchas veces se apela a decir que el aficionado no apoya a su plantel; pero lo cierto, es que el contexto no ayudó a que se pueda contar – en la mayoría de la ocasiones- con el aporte de la gente.
Será sano que para este 2025, las instituciones llamadas a programar los partidos de torneos caseros, tomen en cuenta que en Bolivia la normalidad es relativa y que los certámenes sean organizados con un sentido resiliencia y realismo para evitar lo que tristemente expectamos en este 2024 que expira.