Durante setenta años los comunistas intentaron, por toda clase de medios, de apoderarse del poder mediante el hambre del pueblo, es decir, manteniéndolo a ración estricta de alimentos, como la única forma que pudieron imaginar para que no se produzca una rebelión contra el régimen socialista. En esa forma, mediante el control del estómago de la población, pudieron dominar a la ciudadanía rusa y de otras naciones consideradas como sus colonias.
Ese sistema de hambre consistía en que la agricultura era practicada por el gobierno y, enseguida, también el “nuevo orden” tenía bajo su estricto control la distribución y consumo de alimentos racionados. Enseguida, quien se opusiese dejaba de recibir su cupo y quedaba condenado a muerte, a no ser que se declare partidario incondicional del régimen socialista.
El control de la producción agrícola significó la muerte de más de cuatro millones de campesinos y la caída de la producción, a tal extremo que estalló la hambruna y murieron otros tantos millones de agricultores campesinos. Además de esos objetivos, la economía socialista no solo estaba dirigida a controlar la producción de alimentos, sino también a matar de hambre a los pueblos que no se hiciesen adictos al régimen socialista. En esa forma, bajo el control del hambre, lograron conseguir la sumisión ante el partido gobernante. En resumen, el partido comunista creó el sistema de matar de hambre a gran parte de la población y los que sobrevivían eran condenados a vivir con ración mínima de alimentos, so pena de ser enviados al paredón si se rebelaban.
Ese sistema de hambruna fue extendido a Cuba, donde los comunistas se apoderaron del poder y de inmediato mataron la agricultura, para hacer hambrear al pueblo. Es más, se puso en aplicación el régimen de los cupos y si alguien no apoyaba al partido o solo era sospechoso de resistirse, era privado de su ración y así condenado a muerte, porque al régimen no le importa la vida de la población.
Solo así, el partido comunista pudo controlar Cuba. Entonces, los asesores soviéticos afirmaron que los cubanos pasarían al socialismo, con la referida experiencia rusa, lo que sucedió efectivamente. En consecuencia, el pueblo era alimentado semanalmente con cupos de comida y no recibían raciones los disconformes.
En nuestro país, es necesario señalar que el gobierno “masista” actual está siguiendo la línea de los anteriores, consistente en matar la agricultura y la ganadería, para que el hambre se apodere del pueblo y éste tenga que rogar por alimentos, que podrían ser entregados mediante cupos semanales, con la condición de vender su alma al diablo, lo cual es comprobable por el desastre en que se encuentra la agricultura y la crisis alimentaría que ahora se padece.
En resumen, es posible adelantar que viejas tácticas políticas han empezado a aparecer para imponer regímenes en los que se pierde la libertad, hasta en aspectos mínimos, mediante el procedimiento de controlar el estómago para dominar la mente y las más elementales necesidades de la población.
Someter al pueblo por hambre y “cubanizarlo”
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