Ahora que la crisis económica en el país es indiscutible, se requiere con urgencia medidas gubernamentales para evitar que este problema crezca como una bola de nieve y arrase con todo lo que encuentre a su paso. Al respecto, una tarea indispensable es reducir el déficit fiscal, es decir, no gastar más de los recursos económicos con los que se cuenta. Tampoco, según economistas, es recomendable recurrir sin medida a créditos externos para cubrir desfases económicos, pues los préstamos implican pagos de intereses, que pueden ser elevados cuando un país llega a ser insolvente.
Expertos en economía acertadamente sostienen que un gobierno debe trabajar con lo correctamente presupuestado para su funcionamiento; es decir, por ejemplo, que las entidades del Estado tienen que funcionar con el dinero fijado oportunamente y no incurrir en déficits que, sumados, pueden causar graves problemas.
En nuestro país se ha hecho crónica la costumbre de pensar que las arcas del Estado siempre estarán disponibles para solventar todo tipo de gastos. Al respecto, cabe mencionar que implica una sangría de dinero mantener empresas estatales deficitarias, solo para no incomodar a los afines al MAS. Este modo incorrecto de obrar es contrario a principios elementales de prudencia y es muestra de gran irresponsabilidad. Pero todo lo que pertenezca al Estado debe funcionar conforme a reglas estrictas de seguridad, honestidad y responsabilidad. Los negocios del país, confiados a una administración gubernamental de turno, no deben ser manejados de manera discrecional y hasta festinatoria. Y cuando no ocurre así con los bienes estatales, se observa corrupción e inoperancia funcionaria.
Cuando entidades del Estado muestran frecuentes déficits, se observa simplemente que lo que producen es insuficiente o de mala calidad y no sirve para por lo menos justificar su funcionamiento. Y que el gobierno no asuma medidas correctivas para hacer gastos injustificables en empresas del estado deficitarias, particularmente en tiempo de crisis económica, significa irresponsabilidad y falta de sensatez.
Por ello siempre debería haber equilibrio entre ingresos y egresos, y si hay diferencias en contra, establecer responsabilidades y recuperar lo malversado, para atender otras necesidades de urgencia. Y es que los déficits en la ejecución de ingresos y egresos demuestran cuán ineficiente es una administración gubernamental o hasta qué punto se llega a tener “cifras en rojo”, que son resultado de ineptitud, descuido, dejadez o falta de prudencia en el manejo de lo que es de todos los bolivianos.
Finalmente, en todas las entidades estatales se tiene que tener en cuenta que, si sus administradores son meticulosos en el manejo de lo propio, con mayor razón tienen que serlo en el manejo de lo que es del Estado.