lunes, diciembre 30, 2024
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El testimonio del director de Nosferatu

De muchas maneras, mi adaptación de Nosferatu es mi película más personal. Una historia que yo no he creado, sino que he vivido con y dentro de ella, y con la que he soñado desde mi infancia. A menudo sentía que tenía la misma divertida chispa creativa de un cineasta primerizo cuando finalmente hice la película, debido a los años de reflexión que he dedicado a ella. Me siento más afortunado que nunca de tener la oportunidad de hacerla con mi equipo de colaboradores de confianza. La cinta está impregnada de muchos de mis recuerdos y experiencias personales, amplificados y trasladados a la Alemania del Báltico de la década de 1830; me llevó tiempo llegar hasta allí, comprender la fascinación. Evidentemente, fue la imagen y la actuación de Max Schreck lo que me obsesionó cuando era niño. Había algo esencial acerca del misterioso vampiro y el sencillo cuento de hadas de Nosferatu. Y estoy seguro de que cuando Hutter abrió la tapa del sarcófago de Orlok el público se quedó sin aliento ante el terror, e imaginó el hedor del monstruo no muerto. ¿Cómo podría yo encontrar el camino hasta allí?

Hace veinte años, en la región sur de Rumania, exhumaron a un hombre que se creía que era un vampiro y su cadáver fue mutilado ritualmente. Era un hombre complicado y un bebedor empedernido. Tras su muerte, su familia dijo que había regresado en la forma de un strigoi (Nota del traductor: espíritus atribulados que se dice que se han levantado de la tumba), atacándolos por la noche. Su nuera sufría especialmente estos ataques nocturnos, y enfermó. Cuando su cuerpo fue destruido, según el procedimiento folclórico, las visitas vampíricas cesaron. Su reinado de terror terminó. Su nuera se curó. ¿Cuál es el oscuro trauma que ni siquiera la muerte puede borrar? Una noción desgarradora. Esta es la esencia de la creencia palpable en el vampiro. El vampiro popular no es un seductor elegante con un frac, ni un héroe brillante y melancólico. El vampiro popular encarna la enfermedad, la muerte y el sexo de una manera esencial, brutal e implacable. Este es el vampiro que yo quería exhumar para un público moderno.

Robert Eggers

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