Desde el año 2006, cuando un partido político populista se hace cargo de conducir al país, han venido proliferando argumentos rebatibles con los que las autoridades nacionales masistas tratan de eludir sus responsabilidades ante varios problemas. Hoy, en época de vacas flacas, después de que el MAS con sus gobiernos ha derrochado una enorme cantidad de dinero recibido por la venta de gas al Brasil y la Argentina, ante la escasez de dólares, combustibles y alimentos, entre otros, prevalecen los pretextos y la falta de sinceridad para reconocer que los gobiernos masistas han fracasado en mejorar la economía nacional.
Ahora, no se sabe cuándo volverán a aparecer los dólares que diversos sectores sociales y productivos requieren para normalizar sus actividades y si la provisión de combustibles será permanente. En cuanto a la falta de algunos alimentos o su encarecimiento, solo surgen, de parte del oficialismo, declaraciones en sentido de que las causas de la crisis son los recientes bloqueos de caminos organizados por evistas y factores externos, sin asumir culpas por decisiones gubernamentales erradas.
En el último tiempo, fue palpable la escasez de carne, arroz y aceite entre otros, así como la elevación de precios, lo que dio lugar a varias medidas por parte del oficialismo, como la vigilancia en mercados, la prohibición temporal a exportaciones y el control en fronteras. Al respecto, se argumentó que productos nacionales salían a países vecinos, porque allí se ofrecía mayores precios por ellos.
Sin embargo, recientes informaciones radiofónicas dan cuenta que, por ejemplo, a Bermejo ingresan argentinos para comprar diversos productos, generalmente de procedencia foránea, como llantas y electrodomésticos. Es decir, que los vecinos solo consumen comida preparada en esa localidad tarijeña, cuyo precio les resulta bajo. En otras palabras, resulta más beneficiado el contrabando, por falta de atractiva producción nacional que ofrecer a países vecinos.
Lo cierto es que los mercados nacionales están llenos de alimentos y productos foráneos, en desmedro de agricultores nacionales, particularmente del occidente, que claman por ayuda gubernamental. Al no ser atendidos, abandonan sus cultivos, migran a las ciudades o salen al exterior en busca de mejores condiciones de vida. En consecuencia, resulta difícil, creen que hay un intenso “contrabando a la inversa” de productos nacionales. Además, los pocos sectores productivos que quedan en el país, necesitan exportar legalmente para contar con dólares para continuar sus actividades con regularidad.
Por lo referido, es urgente dejar de lado argumentos rebatibles y aplicar políticas eficaces para apoyar a la agricultura nacional, garantizarles mercados y precios justos. También se requiere asegurar la provisión permanente de artículos básicos, con precios asequibles, considerando que la moneda nacional ha pedido poder adquisitivo, afectando en gran medida a los más pobres.
Contrabando a la inversa, argumento rebatible
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