El cinismo y la mezquindad de los políticos tradicionales están frenando el cambio político en el país. Están retrasando la agenda nacional de los imperiosos cambios estructurales que necesita Bolivia. Es mezquino que haya quienes pretendan sobrevivir políticamente a su inminente extinción del mapa político. Les da igual, no les importa el país, su egoísmo pesa más que la crisis económica que padece la mayoría de bolivianos y bolivianas. La unidad de los viejos políticos tradicionales, no es una victoria para la gente, pues la degradación absoluta del sistema político boliviano y la de los partidos políticos tradicionales se ha hecho más que evidente.
Otra vez mezquindad, falta de generosidad y nobleza y excesivo apego al interés personal, de parte de los políticos bolivianos. Una actitud mezquina es lo que demuestran, marcada por la arrogancia de vivir muy centrados en sí mismos y no mirar con objetividad la realidad política del país. No puede haber cambio con los mismos de siempre. La mezquindad de los viejos actores políticos bolivianos es hasta vergonzosa, la gente ya no confía en los políticos tradicionales, ellos piensan que, con posar ante las cámaras con una sonrisa fingida, dando muestra de unidad, convencerán a un electorado totalmente cansado de la vieja política tradicional. O piensan que alquilando y comprando las siglas de los 11 partidos políticos habilitados, lograrán cambiar la imagen nefasta y la percepción negativa que tiene el electorado de personajes políticos que se niegan a pasar de moda.
De lo se trataba, queridos lectores, es de un cambio generacional y del estilo de gobernar el país, de recuperar la confianza de la gente en la política y no dejarla en manos de la mafia política, acostumbrada a hacer juntuchas y pactos en la oscuridad, no precisamente pensando en la patria, sino en el interés personal de los viejos lobos de mar, únicos corresponsables con el MAS del caos y anarquía que vive el país.
La mafia política atrasada, autoritaria y poco transparente, nos quiere arrastrar a todos a su inminente extinción. Estos falsos salvadores no han notado que el país demanda un cambio fundamental en el ejercicio del liderazgo político en Bolivia. Todos ellos hace mucho tiempo perdieron el voto de confianza y la credibilidad ante los ojos de la opinión pública. Ninguno sirve al interés nacional, ningún partido político tradicional satisface lo que quiere la gente. De aquí en adelante solo se dedicarán a hacer campañas negativas de uno y de otro, generando un clima electoral todavía más preocupante. Todos ellos, tanto del oficialismo como de la oposición, se niegan a reconocer su condición de líderes jurásicos. La política del pasado se resiste a morir naturalmente y los relevos son todavía mucho peor que los padrinos políticos. Pero en esta elección y futuras elecciones los mezquinos tendrán una muerte política trágica, lenta y dolorosa.
Ninguno de ellos sirve, tanto dentro del oficialismo como de la oposición, no pueden ofrecer un Proyecto de Nación estimulante, porque no existe renovación generacional de liderazgos. Es conocido el sabio refrán que dice: “Los seres que no evolucionan enfrentan la extinción”. Eso es lo que pasará en la política boliviana. Por eso el país está cansado de tanto favoritismo, corrupción, negligencia y falta de patriotismo. Solo velan por sus propios intereses, creados por décadas de abuso de poder. Somos un país liderado por políticos mezquinos, sin escrúpulos, ni moral, esa es la única verdad.
Nuestro país exige un cambio generacional radical, en el ejercicio del liderazgo político. Ellos no tienen la capacidad de conectar con las nuevas generaciones. Si estos políticos mezquinos, tanto de oficialismo como de la supuesta oposición en el país, fueran realmente pragmáticos e hicieran lo que realmente contribuye al interés nacional, el proceso político y la elección del nuevo liderazgo sería mucho más limpio, positivo, no partidario. Y orientado hacia los temas que importa, como la crisis económica y todas sus consecuencias. Un líder inteligente siempre estará preocupado por el aspecto social, más que por su imagen de líder que solo posa para la foto y cree en su imaginario que es indispensable.
Todos los bolivianos queremos juicio político o criminal, para todos aquellos que utilizaron el poder y el aparato represivo del Estado en contra de la población y de la gente patriota que quiere un verdadero cambio en la política. Queremos que los culpables de los desfalcos, del tráfico de influencias y otros delitos penales y administrativos sean sancionados de manera ejemplar. Eso no lo lograrán los políticos de siempre, porque ellos mismos formaron parte de esa mafia política, protegiendo a los funcionarios corruptos salientes, por parte de funcionarios corruptos entrantes.
Esa fue la patética historia política del país, por culpa de la burocracia parasitaria y la corrupción galopante. Todo esto gracias al régimen del MAS. El Tesoro General de la Nación, quedó hecho trizas y los índices de desempleo e inflación han alcanzado niveles desconocidos en Bolivia. Ahora los culpables de toda esta tragedia se presentan como salvadores del país.
Hoy los bolivianos y bolivianas ya pasan factura a cada político tradicional e irresponsable con el país, mal intencionado, que quiere seguir viviendo de las arcas del Estado y que, ineficiente, despilfarra el dinero público, como si fuera de ellos, sin darse cuenta que están hipotecando el futuro de las siguientes generaciones. A todos ellos les importa un pepino el interés nacional, solo hacen acuerdos para defender su interés personal. Su actuar es peor o igual a todo aquello que representa el MAS.
Por todos estos argumentos, el voto castigo en contra de estos pseudo opositores será grande, la ira del pueblo será incontenible. En vez de dar oportunidad a nuevas generaciones, a jóvenes líderes modernos, estos actores políticos mezquinos, solo buscan la oportunidad para seguir aprovechándose de la ignorancia y desesperación de la gente, que ante la crisis económica puede caer en las garras de los políticos opositores funcionales al régimen.
Pero a todos ellos, tarde o temprano, les llegará su hora, pagarán por sus fallas, porque no supieron reconocer su condición de líderes jurásicos. Seguramente me dirán que la experiencia es importante, pero el país no está para experimentos. Les responderé que Bolivia necesita un cambio generacional y nuevo estilo de hacer política. Estamos en pleno Siglo XXI y no estamos para repetir lo mismo, ya que tantos dolores de cabeza nos han dado los mezquinos de siempre.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.