lunes, enero 6, 2025
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¿Te gusta leer?

Raúl Alberto Quispe Catacora

Cuando salimos apurados de casa, al límite de la hora para ingresar al laburo; olvidamos llevar dinero para pagar pasaje al conductor del servicio de transporte público. En la ciudad te puedes prestar o pedir ayuda a un buen samaritano. Pero al viajar a una provincia lejana, es complicado solicitar a los desconocidos préstamo de dinero para el servicio de minibús. Claro que seguramente le pasó ese tipo de anécdotas, por caminar apurado hacia el trabajo.
Empiezo esta breve nota, contándoles lo que me pasó en el trayecto: El Alto-Patacamaya. Cuando arribamos a la localidad provincial, busco en mi bolsillo billetes o monedas para pagar al transportista. Pero no encuentro alguna moneda, pasé un momento de nerviosismo sin saber qué explicación darle al chofer. Me sentía abandonado y atrasado para ir al trabajo.
Sacando fuerzas de donde no había, tímidamente le pregunté al chofer de aproximadamente 25 años, sin tener valor para mirar su cara: ¿Te gusta leer? Dijo, monótonamente, un sí… Entonces, aproveché esta respuesta para exponer el motivo de la pregunta: “¿Sabes?, olvidé el dinero para mi pasaje”. Él expresó: “Busca bien en los bolsillos, debes tener dinero en tu mochila”. Al buscar monedas en la mochila, me tropecé con los libros que, por suerte, estaba cargando para una exposición.
Mostré los libros y expresé: puede escoger cualquiera de estas novelas, será mi pago por el pasaje que te adeudo. Al mirar el brillo de las hojas, por cierto, dudó un momento. Sin creerme, incrédulo, dijo: “No, págame nomás, pues, con dinero, préstate de alguien que conoces”. Cómo hacerle comprender que no tenía algún conocido en ese momento. Pensé también que, si iba a pagar un libro que cuesta entre 80 bolivianos, iba a salir perdiendo, indudablemente, por un pasaje de 12 bolivianos.
Ni modo, tenía que salvar mi estadía en la localidad de Patacamaya; el chofer escogió, revisando la cantidad de páginas que contenían las novelas. Pero escogió una novela que aún no había terminado de leer: “Lo que Varguitas no dijo” de Julia Urquidi (1983); presuntamente escrito en respuesta a la novela de Mario Vargas Llosa: “La tía Julia y el escribidor” (1977). Sintiéndome despojado, solo y sin libro; correspondía armarse de valor para nuevamente ir en busca de la novela perdida, por puestos de venta de la ciudad de El Alto.
Como comprenderá con esta anécdota, lo que me agradó fue haberme encontrado con un joven transportista, que entendió que es importante saber que sus circunstanciales pasajeros pueden olvidar su pasaje y pagar esto con algún objeto de valor. Admiro también, que le guste la lectura de obras literarias. Seguro en su tiempo libre, de descanso, ya devoró la novela del afamado escritor peruano. ¡No olviden llevar dinero para su pasaje y tengan siempre un libro en la mochila!, que no les pase lo que me pasó en el viaje a la ciudad intermedia de la Provincia Aroma del departamento de La Paz.

raulalberto@gmail.com

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