Voy a enfocarme en dos momentos históricos de nuestra historia reciente, en los cuales, al igual que hoy, hemos estado al borde de la hecatombe total y hemos podido superar las adversidades y salvar a Bolivia. Todo esto, sin dudas, gracias a la unidad de actores importantes en el momento adecuado, dejando de lado diferencias y favoreciendo los intereses nacionales.
El primer momento histórico del cual hablaremos es la llegada del general Juan José Torres al poder y la instauración de un régimen radical que estuvo a nada de destruir la nación. Torres llegó al poder a través de un golpe de Estado, fue respaldado por sindicatos, universitarios y muchos sectores de la población. Desde el día uno, Torres fue sometido por la COB y partidos de extrema izquierda, quienes terminaron siendo los que dictaban las decisiones de peso en el gobierno. Durante la gestión de Torres, se instauró la “Asamblea Popular”, que buscaba reemplazar al Poder Legislativo, cerrado en ese momento. Esta asamblea tenía un funcionamiento similar a los “soviets”, que fueron el pilar del régimen comunista soviético.
En otras palabras, la instauración de la Asamblea Popular significó la llegada del comunismo a Bolivia. De haber seguido funcionando, que no haya dudas de que hubiera destruido a nuestro país por completo. Con Torres sometido y sin mando en el gobierno, la izquierda radical tuvo la oportunidad perfecta para destrozar a Bolivia, y lo fue haciendo hasta agosto de 1971, cuando el general Hugo Banzer, con ayuda de otros actores, lideró un levantamiento que permitió frenar al comunismo.
La unidad que nos llama la atención es la que hicieron la Falange y el MNR, dos partidos nacionalistas que, por caprichos de la historia, terminaron siendo rivales acérrimos. Ambos partidos fueron los grandes animadores de la política nacional durante décadas, teniendo un peso de gran relevancia en el país. Falange, junto a sectores militares, al ver la situación límite en la cual estaba el país, empezó a planear un alzamiento popular para salvar Bolivia. En medio de los preparativos, el jefe de ese momento de Falange, Mario Gutiérrez, invitó a Víctor Paz y al MNR a sumarse a la naciente operación. Ambos partidos “dejaron sus riñas” y se unieron junto a los militares para salvar a Bolivia de la hecatombe definitiva, sellando su triunfo con el derrocamiento de Torres y la destrucción de la nefasta Asamblea Popular. Si bien después el gobierno entrante cometería una gran cantidad de errores y acciones cuestionables, nada quita que Falange y el MNR, en su rol de los dos partidos más importantes de Bolivia, se unieron sobre la base del fin definitivo, que era salvar a Bolivia del comunismo. Hasta el día de hoy debemos estar agradecidos por dicha acción, que evitó la destrucción de la patria.
El segundo momento de unidad clave fue el “Pacto de la Democracia” entre el MNR y ADN para afrontar la crisis de los ochenta. Víctor Paz no dijo mentiras cuando afirmó que, si no se tomaban medidas extremas, Bolivia iba a “morir”. El pacto por la democracia le dio gobernabilidad al gobierno entrante y le permitió tener un margen de acción notable ante la crisis, para de esta forma lograr la recuperación económica y poner fin a la inflación. El costo social fue, sin dudas, grande, pero no había alternativa. De nuevo, los dos partidos más importantes del momento se unieron para salvar al país.
En la actualidad, no contamos ni siquiera con partidos políticos de oposición relevantes, estamos ante una situación nefasta. Hay muy pocos actores que podrían funcionar para realizar una unidad apta que pueda vencer al MAS y tener éxito en una futura gestión. Es una época complicada y de desafíos. Debemos mostrar, una vez más, como bolivianos, que seremos capaces de derrotar las adversidades. La unidad se debe hacer con actores que sí aporten y tengan una visión de país clara, no con tibios, funcionales o simpatizantes de la izquierda.
Unidad en tiempos difíciles
Fabian Freire
- Advertisment -