viernes, enero 10, 2025
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La ausencia en clases

Ernesto González Valdés

Cuando un estudiante, con justificación o no, falta a clases, conlleva a algo no tan sencillo, como perder el capítulo de una novela y posteriormente ver el reprise en fin de semana, es decir, que un compañero de clases te lo cuente o simplemente copies las notas de su cuaderno. Si bien puede ser “Talón de Aquiles” en nuestras escuelas, universidades (algunas donde no es obligatorio asistir), nuestro estudiantado aún carece de un nivel de concientización. Sea en institución educativa pública (gratuita o con bajo costo) o privada (donde padres y madres realizan esfuerzos extraordinarios) y sin embargo el estudiante simplemente falta.
El ausentismo le impide al estudiante avanzar en sus estudios, pasar de un periodo académico a otro, no favorece su autoestima. Un estudiante que falta a clase, queda retrasado en relación con sus compañeros. Esta situación, a su vez, aumenta la posibilidad de que el estudiante abandone la institución educativa.
¿Podría tener responsabilidad el docente, en que el estudiante falte a clases? Es posible cuando hay clases aburridas, lo cual implica el uso de metodologías pedagógicas inadecuadas, obsoletas, carencia de medios de enseñanza, manteniendo la tiza y pizarra. A lo anterior puede sumarse la deficiente relación entre estudiante y docente.
Si bien suelen contar nuestros centros educativos con reglamentos académicos, deben ser ampliamente conocidos por todos, ya que indican cierto porcentaje de ausencia permitida. La dificultad estará en el nivel de aplicación por parte de los docentes. Será necesario analizar los motivos de las ausencias, sus consecuencias para el propio estudiante y no aplicar el reglamento de una forma “fría”, automática, como si se estuviese a la caza de una ausencia más y pasar al infractor a la “picota pública”.
En ocasiones en la universidad se suele considerar que los estudiantes ya son adultos y es responsabilidad absoluta de ellos, si faltan o no, “ese es su problema”. Cuando hay carencia en cuanto al nivel de concientización de los jóvenes, difícilmente tendrán la madurez suficiente en ese instante, para ver si faltan o no, por un motivo u otro, luego será necesario extenderles una mano, abrir las puertas y no cerrarlas bruscamente.
En determinados países desarrollados se suele multar a los padres y madres, cuando sus hijos no asisten a clases. En nuestras universidades, si el estudiante no cumple con un porcentaje de asistencia, no tiene derecho a presentarse al examen. Si la institución educativa tiene condiciones culturales, deportivas, infraestructura (biblioteca, áreas de esparcimiento), esto hará que el estudiante permanezca en el centro, logrando con ello una atmosfera positiva y le permitirá alcanzar un sentimiento de logro, lo cual, a su vez, puede reducir los deseos de faltar a clases. Y, por último, un factor que incide en la disminución de las ausencias, será el contacto con la familia, no importando la edad, ni el tipo de enseñanza.
A modo de conclusión, podemos plantear que, junto a una política de asistencia que funcione, profesores y administradores, padres de familia, podrán dar a los estudiantes una mejor posibilidad para que tengan éxito en el futuro.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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