sábado, enero 11, 2025
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La crisis política boliviana, de Jeanine Añez a Luis Arce

Luis Antezana Ergueta

Después de quince años de desgobiernos autocráticos del presidente Evo Morales Ayma y el vicepresidente Álvaro García Linera, el pueblo boliviano empezó a despertar y reaccionar de una etapa de terror y falsedades e inició una activa lucha de oposición para rectificar el curso histórico del país, deliberadamente desviado por fines antinacionales y antidemocráticos.
La maduración de ese proceso opositor se acentuó intensivamente a raíz del ingreso de la economía nacional en una aguda crisis general, producto de la irresponsabilidad de tres gobiernos anteriores. Esa reacción estalló con creciente energía, la cual derivó en una lucha activa que se agudizó hasta converger en una situación política revolucionaria, que amenazaba con cambiar el gobierno mediante una insurrección del pueblo.
Efectivamente, ese proceso explotó el 19 de noviembre de 2019, destinado a deponer a Evo Morales, quien intentaba prorrogarse en el poder indefinidamente y después que había desconocido el resultado del referéndum del 21F.
El levantamiento insurreccional destituyó a los dos principales gobernantes, quienes se dieron a la fuga, primero al Chapare y enseguida renunciaron vergonzosamente a su mandato y volaron a México, en un avión proporcionado por el presidente Manuel López Obrador.
Entre tanto, el país se encontraba durante varios días con un vacío de poder, que fue superado por vía constitucional, siendo elegida presidenta de Bolivia, la señora Jeanine Añez. Pero, el gobierno de la señora Añez fue anodino y no se sujetó a las circunstancias creadas por la insurrección popular. Es más, no solucionó problemas del desgobierno anterior y, por tanto, agudizó la crisis general en que se encontraba el país.
Esa inermidad y falta de visión política del gobierno de Añez, determinó la posibilidad de la restauración del régimen anarco populista de Evo Morales, lo que se produjo a los nueve meses de la insurrección popular de 2019. Entonces, un gobierno accidental llamó a elecciones generales, que fueron ganadas por el partido MAS y su candidato, Luis Arce Catacora.
El gobierno de Arce, tampoco resolvió la crisis heredada y, por el contrario, la prolongó aún más. Y es que se limitó a administrar el desorden legado por la señora Jeanine.
Luis Arce actuó igual o peor que el gobierno de la señora Añez, no cumplió con normas políticas y también se dedicó a administrar el caos dejado por sus dos antecesores, Morales y Añez.
En esa forma, el país fue cayendo al abismo y sin solución a la vista. Entonces llegamos al punto en que la crisis de 2019 se encuentra en el punto inicial y, como la historia no espera, ha vuelto a poner en el orden del día de las cuestiones nacionales y democráticas, la necesidad de resolver los grandes problemas del país y empezar de cero o poco menos.
En forma natural y espontánea, el devenir histórico boliviano avanza por la necesidad de lograr objetivos nacionales y democráticos. La forma de resolver esa situación es, al presente, la continuación de la utilizada en esa oportunidad, pero con mayor presión social. La situación social del momento en Bolivia es solo continuidad de la crisis no solucionada por los gobiernos de Añez y Arce.
Esta vez no se debe frustrar, como ocurrió numerosas veces y debe llegar a su culminación, corrigiendo fallas anteriores.

El autor milita en el Partido Nacional Demócrata.

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