Hace un tiempo escribí un artículo sobre la “marcha para salvar Bolivia” convocada por Evo Morales y su importancia en la disputa interna del MAS. Esta marcha, de ser bien ejecutada, podría haber significado el “fin” del gobierno de Luis Arce. Con toda su militancia ya en la sede de gobierno, Morales Ayma solo dio un discurso y procedió a retirarse, una actitud inexplicable, ya que tuvo a Arce y las instituciones públicas a su merced. En otras palabras, la marcha fue un completo sinsentido y una oportunidad perdida para Evo a fin de imponerse como ganador en la lucha interna con el arcismo.
Fue tras esta actitud de Morales que el gobierno empezó a “perseguirlo” y a sacar a la luz las atrocidades cometidas por el expresidente. En muchas ocasiones, Evo y Arce “ladraron, pero no mordieron”, mostrando su falta de determinación para dar el golpe definitivo. Arce fue el que más “terreno ganó” con el pasar de los meses, dejando a Evo sin la sigla del MAS y en una situación comprometedora frente a la justicia. Esta leve ventaja nada significa, hasta que Morales sea aprehendido o deje el país, marcando de esta forma su derrota total. Con este hipotético resultado, entonces podríamos hablar finalmente del triunfo del arcismo sobre el evismo y de una “nueva era” en el MAS. El gobierno tiene todo para proceder a la aprehensión de Evo; lo único que les falta es el valor. No se atreven a entrar al trópico de Cochabamba y se nota cada día más la incapacidad del gobierno y la falta de justicia en el país.
Con su líder acorralado, los sectores afines a Morales decidieron convocar otra marcha hacia la sede de gobierno, pero ésta debe obtener resultados sí o sí, porque es la última carta de Evo Morales. Esta vez, la marcha debe presionar al gobierno y ponerlo en una situación límite. De no ser así, solo sería otra pérdida de plata y tiempo, además de mostrar la decadencia total de Evo. A diferencia de la última marcha, Morales no la “encabezará”, esto para evitar su aprehensión y seguir refugiado en su bastión político “impenetrable”.
Al haber legalmente perdido la sigla del MAS, la marcha seguramente buscará impunidad para Evo Morales, la liberación de dirigentes evistas y poner al gobierno en una situación límite. El gobierno, en este momento, está muy débil y la gente está molesta y agobiada por la crisis, por lo que ponerlo en una situación “delicada” no debería ser nada del “otro mundo”.
La última vez que la marcha estuvo en la sede de gobierno, “Luchito” se atrincheró cobardemente en la plaza Murillo. Esta vez puede proceder de la misma forma y correr un riesgo significativo o actuar para que la marcha no llegue a la ciudad de La Paz. Como dije, es la última carta de Morales y tal vez su última chance para mostrar a todo el país su fuerza, por lo que se está jugando el “todo por el todo”. Debe salir con un resultado favorable; en caso contrario, ya podemos empezar a considerarlo como un “cadáver político”.
Queda claro que la marcha deberá tener definidos sus objetivos, lograr resultados y ser mucho más numerosa que la anterior. No hay lugar para improvisaciones. Por su parte, el gobierno deberá proteger las instituciones a su llegada, pero pienso que es mucho más efectivo no permitir que la marcha siquiera llegue a la ciudad de El Alto y, por ende, a La Paz. Es mucho mejor prevenir que lamentar, y más en la situación delicada del gobierno, que cada día tiene más detractores y gente más molesta. Solo hace falta una pequeña acción para provocar un “caos”; es un efecto dominó, el cual es factible viendo el panorama actual.
A falta de 8 meses para la elección, la “nueva marcha para salvar Bolivia” puede terminar con las aspiraciones políticas de “Luchito” o mostrar la decadencia total de Evo Morales. Esperemos que alguno de los dos tenga el valor de dar el “golpe definitivo” y dejen de ser unos “vendehúmos” que ni siquiera tienen habilidad para eso.
La última carta de Evo
Fabian Freire
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