En meses recientes, parlamentarios, jefes de partidos, politólogos y analistas políticos han pedido “cambiar el modelo económico” en vigencia, así como han dado otras sugerencias políticas parecidas. Semejantes propuestas son, por supuesto, resultado de la crisis económica y política en que se encuentra actualmente el país.
Además, serían sugerencias provocadas por la angustia de ver que, día que pasa, se agudizan dificultades de diversa índole, como el déficit de los últimos años, la disminución alarmante de las Reservas Internacionales Netas (RIN), la escasez de dólares, combustibles y alimentos, la elevación del costo de vida, el crecimiento de la informalidad, el cierre de empresas formales, el crecimiento del desempleo, entre muchos otros. Y los proponentes de esa medida política adoptaron esa actitud interpelatoria en vista de que, por un lado, los partidos políticos nada sustancial proponen sobre dicha crisis y, por otro, el Gobierno no escucha las salidas sugeridas para evitar que la situación del país siga empeorando y origine reacciones sociales imprevisibles.
En tal sentido, esas proposiciones no solo se deberían al deseo de un cambio, sino porque los analistas han confirmado que ya no hay esperanzas para que el país salga del fango en que se encuentra y porque tampoco el gobierno propone soluciones y está más dedicado a mantenerse por más tiempo y, al parecer, espera que se agrave la crisis para “cubanizar” Bolivia. A esa notable desesperanza se suma que no hay partidos que ofrezcan siquiera una mínima luz de orientación y así poder recuperar por lo menos parte de lo perdido en los últimos veinte años.
La propuesta para el cambio de modelo económico no deja de causar interés, pero, en medio de esas ideas, el gobierno del Estado Plurinacional, presidido por Luis Arce, ha anunciado que “no hará ningún cambio del modelo”, echando un balde de agua helada al rostro de los ciudadanos de solamente buenas intenciones y de las cuales, dicen, está asfaltado el camino al infierno.
Esas ideas ambiguas sobre cambio de modelo económico nada dicen en profundidad. Más bien, parecen a lo que hizo un partido de “izquierda” que levantó al pueblo, tumbó a un gobierno progresista y entregó el poder a la ultraderecha. Posturas de ese tipo son resultado de impaciencia, si no reflejan noción del devenir de la historia, del espacio y el tiempo. No consideran que el diablo no sabe para quién trabaja. Finalmente, sería valioso que los ideólogos del cambio hagan primero un diagnóstico certero de la situación y, al mismo tiempo, den todos los detalles sobre otro modelo económico que reemplazaría al que está vigente y cuyas deficiencias son inocultables.
Precipitadas ideas de “cambio de modelo”
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