viernes, enero 17, 2025
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Depongan a Maduro

David Foronda H.

La permanencia del régimen venezolano desafía la estabilidad regional, destacando sus vínculos internacionales y su papel en el incremento de problemas hemisféricos clave. Donald Trump se ha fijado unos objetivos de política exterior grandilocuentes para su segundo mandato, desde comprar Groenlandia hasta terminar la guerra en Ucrania “en un día”. Aquí hay un objetivo que ya es hora de cumplir, moralmente correcto y por seguridad nacional: derrocar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, mediante diplomacia coercitiva si es posible o fuerza si es necesario. Lo dice Bret Stephens, en The New York Times, el miércoles 15 de este mes.
Puntualiza: la semana pasada, Maduro asumió su tercer mandato de seis años después de una elección fraudulenta en julio pasado que, según encuestas independientes, perdió por aproximadamente 35 puntos porcentuales. Su oponente, Edmundo González, está en el exilio; la líder del movimiento opositor María Corina Machado, tuvo que pasar meses escondida. Hasta 10 ciudadanos de Estados Unidos languidecen en cárceles venezolanas por cargos dudosos. El régimen trató a presos estadounidenses anteriores como rehenes políticos. Eso ni siquiera es lo peor. En noviembre, se estimaba que el régimen mantenía a unos 1.800 presos políticos.
Desde que Maduro asumió el poder, cerca de ocho millones de venezolanos han huido del país, lo que representa una cuarta parte de la población; al menos 600.000 están ahora en Estados Unidos. La desnutrición afecta a millones; la tasa de criminalidad fue una de las más altas del mundo en 2024. Este es un país que alguna vez estuvo entre los más ricos de América Latina. Maduro sigue cortejando a nuestros enemigos, empezando con Irán, que, según informes, ha establecido una “base de desarrollo de drones” en una base aérea venezolana.
¿Qué podría derribar al régimen?, se pregunta. En su primer mandato, Trump intentó con sanciones económicas punitivas. No funcionaron. La administración de Biden alivió algunas de esas sanciones con la esperanza de un mejor comportamiento de Maduro. No funcionó. La elección del año pasado tampoco funcionó. Una recompensa de 25 millones de dólares por la captura de Maduro, impuesta este mes por Estados Unidos, tampoco funcionará, ya que solo sirve como un incentivo para que Maduro se aferre aún más al poder. Siempre existe la posibilidad de un golpe de Estado, pero las filas superiores del ejército han permanecido leales, y con razón: desde hace tiempo se sospecha que altos funcionarios han convertido al país “en un centro mundial para el tráfico de cocaína y el lavado de dinero”, según un artículo del The Wall Street Journal de 2015. También hubo señales de una revuelta popular en 2019, pero se desvaneció: el régimen parece haber aprendido de sus amigos en La Habana que la emigración masiva es una buena manera de vaciar a una nación de sus ciudadanos más descontentos, enérgicos y talentosos. Razones de espacio impiden desarrollar toda la nota, pero usted ya lo sabe.

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