Tal vez ningún cineasta haya sido más audaz y visionario al reimaginar un monstruo clásico de Universal que el escritor y director Leigh Whannell, cuya exitosa cinta The Invisible Man, producida por Blumhouse y protagonizada por Elisabeth Moss en 2020, transformó la novela de H.G. Wells del siglo XIX y la película de terror del siglo XX en una aterradora alegoría del siglo XXI sobre la manipulación psicológica y el abuso doméstico. Y es justo decir que ningún cineasta estaba mejor preparado para reinventar la más peliaguda de las posibles adaptaciones al cine de monstruos: el hombre lobo.
“Fue increíble lo que Leigh Whannell pudo lograr con The Invisible Man”, señala el productor Jason Blum. “Tomó un momento personal de una heroína que lucha por escapar de los abusos y amplificó su horror hasta convertirlo en un viaje aterrador para el público. Cuando Universal nos preguntó cuál sería la versión de Blumhouse de Hombre Lobo, supe que Leigh debía ser estar al frente”.
El hombre lobo apareció en el cine por primera vez en 1935 en la película Werewolf of London, para luego ser inmortalizado en la cultura popular empezando por el clásico de Universal de 1941 protagonizado por Lon Chaney, Jr., The Wolf Man. Desde entonces, el personaje ha recorrido casi todas las décadas y géneros cinematográficos, pasando del terror malévolo (The Howling, en 1981) al horror corporal (An American Werewolf in London, en 1981); a la comedia para personas de capacidad intelectual intermedia (Teen Wolf, en 1985); al héroe romántico (Wolf, en 1994, protagonizada por Jack Nicholson); al torturado símbolo sexual adolescente (Twilight, en 2008, y la franquicia subsiguiente).
“Estos monstruos clásicos han perdurado por alguna razón”, puntualiza Whannell. “Son tan icónicos y famosos como Michael Jordan, Marilyn Monroe, Charlie Chaplin, Winston Churchill, todas estas caras conocidas a través de la historia. La Momia, Drácula, el Hombre Invisible y el Hombre Lobo están en el Monte Rushmore de la cultura popular”.
“Mi primera respuesta fue: ‘No. Hace poco tiempo que hice The Invisible Man y no quiero continuar con Hombre Lobo’”, expresa Whannell.
Esa dirección afianzó a la película y los personajes en un mundo real y bien cimentado. A medida que Whannell y su colega guionista Corbett Tuck desarrollaban el libreto, la historia evolucionó hasta convertirse en la historia de Blake Lovell, un esposo y padre que lucha contra un pasado turbulento. Blake, el fruto herido de un padre superviviente y una adorada madre enferma de esclerosis lateral amiotrófica (ELS), creía haber dejado atrás una infancia cruel. Ahora que está criando a su hija en la zona de la Bahía de San Francisco con su esposa Charlotte, que es periodista y de la que se ha distanciado, Blake se siente torturado por antiguos secretos enterrados que amenazan a la familia que ha elegido.
Cuando Blake se entera de que su padre ha muerto y le ha heredado la granja Lovell, él y Charlotte deciden tomarse un descanso del trajín de la ciudad y volver a empezar en el centro de Oregón. Sin embargo, la noche de su llegada, se topan con una criatura enferma —ni hombre, ni animal— que amenaza con destrozar el tenue vínculo que aún conservan.
Al pasar de la noche, Blake empieza a transformarse en algo irreconocible. Pero a diferencia de todas las representaciones anteriores del hombre lobo, Whannell decidió que nosotros, el público, cambiaríamos con él.
Al permitir al público experimentar la transformación de Blake tanto desde la perspectiva de Blake como desde la de su esposa e hija, Whannell se dio cuenta de que la película podría tener a una pareja de marido y mujer en dos espacios separados, y que sólo el público viera simultáneamente ambos lados.
Como siempre, el objetivo de Whannell es entender las verdades emocionales de raíz de los personajes que está creando, y después construir el horror sobre la base de esas verdades. El terror se vuelve real para el público porque, aunque no nos hayamos encontrado con un hombre invisible o un hombre lobo reales en nuestras vidas, reconocemos al hombre dentro del monstruo.
“Hombre Lobo”, la historia y producción
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