Finalmente, llegó el 2025, año de nuestro Bicentenario, que debería ser recibido de la manera más patriota y optimista. Este debería ser un año especial, en el cual se conmemoren dos siglos de la existencia de Bolivia por todo lo alto y se muestre todo el esplendor y grandeza de la nación. Empero, lo último que augura este año son buenas noticias y optimismo. La crisis, cada día, es más fuerte y Bolivia se encuentra en uno de los momentos más complejos de su historia. En vez de recibir el Bicentenario como un país fuerte e influyente en la región, lo recibimos con una fuerte crisis, un Estado fallido, un aumento de la pobreza y división nacional. Será, sin dudas, un Bicentenario deprimente.
Por si fuera poco, el presidente es “Luchito” Arce, un gobernante nefasto que no hace más que destrozar y humillar al país; es una vergüenza. El Bicentenario debería ser recibido con un gobierno patriota que impulse al país y busque convertir a Bolivia en una potencia regional, no con un gobierno incapaz e inútil, que no hace más que hundirnos en la miseria y el caos.
Como bolivianos, no merecemos esto; merecemos algo mejor y debemos empezar a trabajar desde ahora para cambiar esta situación y transformar nuestro país. Que, en vez de ser uno de los países más pobres e irrelevantes de la región, seamos una potencia regional con cada vez más poder económico y geopolítico. Que, en vez de contar con un nefasto Estado Plurinacional, tengamos un Estado que haya consolidado a la nación boliviana y haya acabado con la división y los regionalismos. Que, en vez de ser un país con crisis, seamos un país estable que se ha caracterizado por un crecimiento sostenible en el tiempo y que ha pasado a ser un gran exportador. Que, en vez de ser tierra de nadie y gobernados por el caos y un Estado fallido, por fin los bolivianos cuenten con orden y seguridad.
Esto requerirá, sin dudas, mucho tiempo (al menos 30 años), pero debemos empezar a trabajar pronto y una buena forma de hacerlo es erradicando el maldito socialismo que tanta desgracia le ha traído a Bolivia y al mundo. De igual forma, debemos definir nuestras directrices y objetivos de manera clara, no debe haber lugar para improvisaciones. Se debe seguir un plan claro de desarrollo que nos permita crecer tanto económica como políticamente. Debemos pasar a ser el gran protagonista de la región sudamericana.
Este Bicentenario es deprimente y muestra el poco avance que ha tenido Bolivia en sus dos siglos de existencia, por lo que este “nuevo siglo” que inicia debe tener una cara totalmente diferente. Estamos en el año idóneo para empezar a cambiar nuestra historia.
Desgraciadamente, este 2025 será un año muy duro para los bolivianos que verán cómo la crisis y la inflación incrementan ante la incapacidad del actual gobierno. De igual forma, será un año con múltiples enfrentamientos y protestas, debido a la insostenible situación económica y a las próximas elecciones presidenciales. Será un año también que puede marcar nuestro declive institucional total; el peligro de una postergación de elecciones está presente y sería la “cereza sobre el pastel” en toda esta trágica situación. Es realmente muy triste que un año que debería ser memorable para nuestra nación, tenga toda la pinta de ser uno trágico y caótico.
Repito, merecemos algo mejor. Estamos entrando a un nuevo siglo de vida de Bolivia y es el momento de mostrar cuál es el potencial real de nuestro país. Es hora de que las nuevas generaciones tomen protagonismo y guíen a Bolivia por el camino adecuado (así como lo hizo la valerosa generación de la Guerra del Chaco), generando el cambio definitivo que necesitamos. Que este sea el último año trágico de nuestra historia y el punto de inflexión que necesitamos para empezar una era de crecimiento, progreso y unidad nacional. Tengo fe en Bolivia, en su gente y en nuestra capacidad para cambiar nuestra historia.
Deprimente Bicentenario
Fabian Freire
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