Sabemos que invertir en educación genera beneficios en el largo plazo, para las personas durante toda su vida y para las sociedades enteras. Pero también entendemos que, cuando se trata de financiar la educación, los problemas suelen surgir en los detalles: los gobiernos deben invertir en educación de manera apropiada, eficiente y equitativa para obtener el máximo valor de los gastos que realizan.
El planteamiento corresponde al investigador del sector educativo del Banco Mundial (BM), Luis Benveniste, en un artículo que habla sobre el gasto que se debe realizar en educación, y publicado en el blog de la entidad internacional.
En la última edición del Observatorio de la financiación de la educación (EFW), una publicación del Banco Mundial y la Unesco, se señala que el gasto total en educación de los Gobiernos, los hogares y los donantes ha aumentado de manera constante en la última década. Sin embargo, esto no se ha traducido en grandes incrementos de las asignaciones por niño, especialmente en los países más pobres con poblaciones en expansión. De hecho, a nivel mundial, el gasto total en educación por niño no ha aumentado, observa el especialista.
De acuerdo con la información oficial, la educación recibe un poco más de 10% de presupuesto del total, y junto a salud, son prioridad de las autoridades nacionales, pero existen observaciones por entendidos en la materia, debido a que los recursos destinados no se reflejan en la formación de los estudiantes.
Eso se puede corroborar, con la información del exviceministro de Educación Superior, Jiovanny Samanamud, en declaraciones a Red Uno, en donde indicó que la educación en Bolivia está 30 años estancada.
En el ámbito de la educación, se consigna 31.078 millones de bolivianos del presupuesto total consolidado para el 2025, que representan el 10,5% del total y un incremento en 2.318 millones respecto al 2024, según una nota de prensa de ABI.
Reto
Si es difícil para los países de ingreso alto garantizar un gasto en educación eficaz, esto es un reto enorme para los países de ingreso bajo, que se enfrentan a una doble situación: invertir en educación es un factor importante, si no decisivo, para erradicar la pobreza y fortalecer la resiliencia ante las crisis, pero los problemas de pobreza, carga de la deuda y crisis impiden que estos países inviertan al nivel necesario para cambiar sus trayectorias de desarrollo, reflexiona.
La crisis del aprendizaje y las habilidades profundiza este dilema, ya que los estudiantes no aprenden habilidades básicas y no están preparados para responder a las necesidades del mercado laboral. Ello ejerce presión sobre los sistemas educativos para subir el nivel de los alumnos y reduce su capacidad para realizar inversiones y reformas más amplias, detalla.
Además, la combinación de las prolongadas repercusiones financieras de la pandemia de covid-19 y el aumento de la deuda mundial ha limitado la capacidad de los países para realizar mayores inversiones en educación.
En el informe EFW se arroja luz sobre el estado del financiamiento de la educación, de manera que los países, los donantes, los asociados y las comunidades puedan tomar medidas informadas.
Desde 2021, esta colaboración entre el Banco Mundial, el equipo del Informe de seguimiento de la educación en el mundo y el Instituto de Estadística de la Unesco, ha permitido analizar las tendencias del gasto en educación, y el monto que invierten los países en educación y cómo estas inversiones se alinean con sus necesidades de desarrollo, especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, que enfrentan los desafíos más graves, sostiene.
En el Observatorio de la financiación de la educación 2024, se revelan cinco conclusiones principales sobre el estado del financiamiento para educación: el gasto va en aumento, todavía no es suficiente para abordar la crisis del aprendizaje, especialmente en los países de ingreso bajo; pero gastar más no es suficiente si no se presta atención a la eficiencia y la equidad; si bien el monto absoluto de la ayuda para la educación es elevado, su proporción con respecto al total de la asistencia para el desarrollo ha disminuido; la deuda ejerce presión sobre la educación; y se necesitan más y mejores informes de los datos.