lunes, enero 27, 2025
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Locaciones y diseño de producción de Hombre Lobo

Para crear los entornos físicos de Hombre Lobo, el director Leigh Whannell contrató a la aclamada diseñadora de producción australiana Ruby Mathers. Esta película es la primera incursión de Mathers en el género de terror. “Sentí que era un guion que nunca había leído antes”, dice Mathers. “Tenía un elemento de terror clásico pero, al mismo tiempo, había un realismo y un subtexto en el guion que me atrajeron. Tras haber visto las películas anteriores de Leigh, pensé: ‘Quiero trabajar con él’”.
Hombre Lobo fue rodada en Nueva Zelanda, donde la belleza natural de ese país sustituye la belleza natural de Oregón en el exuberante Noroeste del Pacífico de Estados Unidos. “El Noroeste del Pacífico tiene un aspecto característico”, señala Mathers. “El paisaje que ofrece la Isla Sur de Nueva Zelanda es sencillamente impresionante”.
El paisaje era un elemento crucial para darle a Hombre Lobo la escala que necesitaba. “Si quieres ese aspecto montañoso que parezca Oregón, tienes que venir a Nueva Zelanda”, anota Leigh Whannell. “Las locaciones de la Isla Sur eran hermosas. Esto nos permitió encontrar algo espléndido, y dirigir la cámara hacia ello”.
Si bien disfrutó mucho rodando en Nueva Zelanda, Whannell nunca había estado en ese país antes de este rodaje. “Como australiana, debo decir que eso es terrible”, comenta Whannell. “Siento que los australianos, cuando viajan, quieren ir más lejos. Australia está bastante alejada del resto del mundo. Los neozelandeses son muy relajados y eso no es fácil de encontrar en un set de cine, que es como estar en una olla a presión; y ellos mantienen una actitud despreocupada y relajada hacia todo lo que los rodea. No podría haber disfrutado más trabajando con ellos”.
• MANTENERLO REAL. Para crear San Francisco y el área rural de Oregón, el equipo de Mathers construyó una serie de sets en exteriores que después tenían que hacer coincidir con los escenarios en interiores. Al final no terminaron rodando en las locaciones construidas, sino más bien en entornos naturales. “Mi propuesta no era recurrir a los tropos de terror ni a alternativas estilísticas demasiado elevadas”, afirma Mathers. “Consideré importante que nos mantuviéramos anclados en la realidad. Tanto el departamento de la familia Lovell como la granja se diseñaron para que tuvieran un aspecto hogareño. Cuando los sucesos se basan en la realidad, los elementos aterradores de las criaturas son aún más aterradores”.
• CREAR NOSTALGIA. Para Whannell era fundamental que la producción construyera una granja estadounidense clásica para la familia Lovell. “Hay ciertos aspectos —el granero rojo y la casa blanca— que representan una icónica granja estadounidense”, expresa Whannell. “Quería que fuera un sustituto de una idea nostálgica que en cuanto la miras, te transporte a un lugar en específico”.
• CONSTRUCCIÓN AL ESTILO ESTADOUNIDENSE. Si bien el equipo consideró varias granjas de Nueva Zelanda no conseguían el aspecto clásico que necesitaban en las construcciones existentes, así que decidieron construir la granja desde cero. “Tuvimos la suerte de encontrar una granja donde construir nuestra casa y crear un granero rodeado de un bosque de pinos”, dice Mathers. “Cuando te alejas y ves la granja empequeñecida por esos enormes árboles, es increíble. En la Isla Sur rodamos mucho en bosques de playa naturales. Por suerte, la playa también es omnipresente en el Noroeste del Pacífico. Para las edificaciones, siendo una diseñadora de producción australiana, era importante para mí contar con un amplio conocimiento de la arquitectura de las granjas estadounidenses. Esto abarca varios cientos de años. No fue tarea fácil tratar de comprender la arquitectura vernácula estadounidense y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo”.
• VETAS DE LA HISTORIA. Whannell sabía que la empresa sería enorme, pero se quedó boquiabierto ante la atención al detalle de su diseñadora —una interacción fluida entre el departamento de escenografía, el equipo de utilería, el equipo de decorados y muchos más. “Ruby lo logró más allá de lo que había imaginado”, puntualiza Whannell. Fue un placer recorrer ese set y la granja. Había sorpresas en cada rincón, y todo parecía tener cincuenta capas de textura que alguien había repasado una y otra vez. Un día, caminando por el set vi unas pequeñas marcas en la pared: las medidas de la estatura de Blake cuando era niño. Recogí una pila de papeles y encontré facturas dirigidas a los Lovell: allí había mucha historia”.

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