jueves, enero 30, 2025
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¿Puede unificarse la oposición boliviana?

Rolando Coteja Mollo

La atomización de la oposición boliviana ante las elecciones presidenciales de 2025 representa un desafío significativo para la posibilidad de un cambio de gobierno. La dificultad para conformar un frente único, una tarea que parece hoy una misión imposible, juega a favor del partido en el poder, incrementando sus posibilidades de reelección. Este fenómeno no es nuevo y se inscribe en una historia política compleja, caracterizada por profundas divisiones ideológicas y la falta de una estrategia cohesionada.
La fragmentación actual refleja no solo la diversidad de intereses dentro de la oposición, sino también la falta de confianza y diálogo entre sus líderes. Uno de los principales obstáculos para la unificación de la oposición es la proliferación de líderes políticos que aspiran a la presidencia, cada uno con sus propias bases de apoyo y agendas. Esta dispersión no solo debilita el voto opositor, sino que también genera confusión entre los electores, dificultando la movilización y la construcción de una narrativa política convincente. La polarización política, exacerbada por las redes sociales y los medios de comunicación, profundiza aún más estas divisiones.
La falta de una plataforma programática común también contribuye a la debilidad de la oposición. Sin un consenso mínimo sobre temas clave como la economía, la justicia social o la política exterior, resulta difícil construir una propuesta atractiva y creíble para el electorado. Cada candidato se centra en sus propias prioridades, lo que impide articular una visión compartida del futuro del país. Esta falta de cohesión estratégica facilita la tarea del gobierno en el poder, que puede capitalizar las divisiones opositoras para consolidar su dominio.
La historia política boliviana ha mostrado que la fragmentación de la oposición suele correlacionarse con el triunfo del partido gobernante (Mainwaring & Shugart, 1997; Levitsky & Ziblatt, 2018). A pesar de los esfuerzos recientes por parte de algunos líderes opositores para formar alianzas, como el acuerdo firmado entre Carlos Mesa y Jorge Quiroga con Samuel Doria Medina y Luis Fernando Camacho, estas iniciativas enfrentan escepticismo debido a las profundas divisiones existentes.
La desconfianza mutua entre los líderes políticos obstaculiza cualquier intento serio de colaboración. Además, muchos partidos históricos en Bolivia están debilitados y carecen de credibilidad ante el electorado, lo que complica aún más el panorama para una oposición unificada.
La situación actual exige una profunda reflexión sobre las estrategias políticas a seguir. La atomización y polarización no solo debilitan la capacidad de la oposición para ganar las elecciones; también contribuyen a la inestabilidad política del país. Los líderes opositores deben priorizar el interés nacional sobre sus ambiciones individuales y trabajar en construir un frente unido capaz de ofrecer una alternativa creíble al gobierno actual. Sin embargo, esta tarea requiere un esfuerzo sostenido en diálogo y negociación que trascienda las diferencias ideológicas y personales.
Es clave que los actores políticos opositores reconozcan que su fragmentación no solo les resta fuerza electoral, sino que también perpetúa un ciclo de ineficacia política que puede resultar perjudicial para el país en su conjunto. La historia reciente ha demostrado que cuando las fuerzas políticas se agrupan en torno a objetivos comunes y propuestas claras, pueden desafiar con éxito al partido gobernante. Sin embargo, este tipo de unidad requiere sacrificios personales y un compromiso genuino con el bienestar colectivo.
En conclusión, el panorama electoral para 2025 se presenta complicado para la oposición boliviana. Si no logran superar sus divisiones internas y construir un frente cohesionado, las posibilidades de cambio político se verán seriamente comprometidas. La atomización actual podría ser vista como una oportunidad perdida si los líderes opositores no son capaces de transformar sus diferencias en una fuerza colectiva capaz de desafiar al Movimiento al Socialismo (MAS). El tiempo apremia, y es fundamental que se actúe con urgencia para evitar que este ciclo se repita en el futuro.

El autor es politólogo-abogado y docente universitario.
rcoteja100@gmail.com

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