El pasado 24 de enero de 2025, la calificadora Fitch Ratings, una de las 3 principales calificadoras de riesgo crediticio internacional del mundo, ha bajado la calificación a Bolivia de CCC, dada el 6 de febrero de 2024, a una de degradación o rebaja en su calificación a CCC-. Lo cual significa, en términos sencillos, que a corto plazo no existe un riesgo inminente para que nuestra economía se considere como impaga o en default, dado que en el año 2024 ha pagado el 100% de su servicio de deuda externa. Literalmente, nuestro país está “caminando sobre la cornisa” para desbarrancarse a esa situación, considerando –como indica su informe– sus serios problemas económicos, financieros y políticos, que han debilitado principalmente a su sector público y gobierno nacional.
En resumen, esta nueva calificación de Fitch Ratings, del 24 de enero de 2025, para Bolivia, contempla las siguientes calificaciones:
CALIFICACIÓN | ACCIÓN | TIPO |
CCC- | Degradar | Calificación de incumplimiento del emisor a largo plazo |
C | Afirmar | Calificación de incumplimiento del emisor a corto plazo |
CCC- | Degradar | Calificación de incumplimiento del emisor a largo plazo en moneda local |
C | Afirmar | Calificación de incumplimiento del emisor a corto plazo en moneda local |
B- | Afirmar | Techo campestre |
En síntesis, indica que la certeza de cumplimiento para honrar nuestra deuda pública a largo plazo como gobierno nacional, tanto en moneda extranjera como local, se ha deteriorado, por eso bajó nuestra calificación, poniéndonos en una categoría de “riesgo sustancial”. A corto plazo, tanto en moneda local como extranjera, se ha afirmado nuestra calificación, donde existe más certidumbre para el cumplimiento de nuestra deuda, a pesar de estar con una “extrema especulación”, según Fitch Ratings.
Con base en una investigación hecha, con información oficial de Fitch Ratings, se observa que durante el periodo 2004 al 2025, es decir en los últimos 21 años, esta gestión, Bolivia obtuvo su peor calificación por esta entidad en cuanto a su riesgo crediticio. Con este CCC-, nuestra economía refleja una baja probabilidad de pagar su deuda pública, como el caso de los bonos soberanos, lo cual pone en incertidumbre en los inversores de los mismos.
Según el informe de calificación crediticia de Fitch Ratings, del 15 de julio de 2015, Bolivia presentó su mejor rendimiento, ya que reflejo una nota de “BB”, lo cual la ubicaba con un “grado de no inversión especulativo”, lo cual iba de la mano aún de una economía estable, debido a los cuantiosos ingresos por exportaciones del sector hidrocarburífero. De ahí en adelante, la situación tendió a desmejorar, pasando a calificaciones negativas y altamente especulativas para los tenedores de nuestra deuda pública. Sin embargo, de 2019 a 2023, a pesar de tener calificaciones B+, B y B-, la perspectiva era estable. Del 2024 al 2025, esta situación desmejoró notablemente, al pasar a una calificación CCC-, donde nuestra economía está sobre la delgada línea del incumplimiento de deuda.
A nivel regional, Bolivia, con datos de Fitch Ratings, sería actualmente la economía con peor calificación crediticia de Latinoamérica, según esta entidad internacional. En otras palabras, nuestro país con la calificación CCC-, es la que tiene mayor riesgo crediticio para el pago de su deuda pública a largo plazo, lo cual será un factor en contra para atraer inversión extranjera, limitando su crecimiento económico. De ahí le sigue Argentina con CCC, y Ecuador con CCC+, que son catalogadas con “riesgo sustancial” para el cumplimiento de su deuda pública, y con serias dificultades financieras. Todo lo contrario, sucede con economías como Chile (A-), Uruguay y Perú con una calificación BBB, todas con perspectivas estables, que las posesionan como los países con mayores posibilidades para el cumplimiento de su deuda pública, dándoles un grado óptimo de inversión en la región.
Finalizando, esta calificación negativa, no es casual ni coyuntural, es el resultado de una crisis fiscal con 12 años consecutivos de déficit público, en 2024 de más del 10% del PIB. Lo cual ha tenido como consecuencias negativas la falta de dólares, escasez de carburantes y una inflación corrosiva, que han desacelerado nuestra economía. Que, si suma los bloqueos, conflictos sociales y políticos, y problemas en la gobernabilidad/gobernanza del país, que no han permito la llegada de créditos externos, han sobrecargado más aun la difícil situación macroeconómica nacional. Para revertir lo anterior, es prioritario un reajuste fiscal y la implementación de políticas económicas para ello, lo cual podría tener costos sociales elevados, en términos de pobreza y desocupación formal. Sin embargo, esto será tarea del nuevo gobierno boliviano, el cual tendrá la dura y antipopular tarea de estabilizar y sacar de la crisis a nuestra economía, en un marco de un modelo de Estado diferente, en un año 2025 altamente politizado por las elecciones presidenciales.
El autor es Presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija.