En muchos países prevalece la política de mejorar constantemente la comunicación por aire, tierra y mar, considerando que ese aspecto es fundamental para progresar, pues de esa manera se facilita el traslado de productos y se impulsa el crecimiento del turismo, considerado la “industria sin chimeneas”.
Por el contrario, en nuestro país, enclaustrado desde 1879, por una guerra que nos dejó sin territorio marítimo, las exportaciones nacionales dependen en gran parte de los puertos chilenos, donde cada cierto tiempo aparecen problemas que impiden un tránsito normal de productos que llegan y salen del país. Inclusive durante el gobierno de Evo Morales Ayma se llevó ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya nuestra demanda para recuperar una salida al mar. Pero por una deficiente gestión jurídica, el fallo de este alto tribunal fue negativo para Bolivia, sin que hasta ahora se haya iniciado una investigación para establecer responsabilidades.
Sin embargo, también el transporte aéreo, con los gobiernos del MAS, desde 2006, presenta numerosos problemas. Es que, desde hace algunos años, varias aerolíneas han dejado de operar en el país, por diversos motivos, por lo que ahora, Boliviana de Aviación (BoA) acapara el traslado de pasajeros. Pero la aerolínea estatal ha sido objeto de varias denuncias. Se habló de sobreprecios en contratos de seguros, así como en alquileres de aeronaves. Son frecuentes las quejas por cancelaciones de vuelos y deficiente servicio. Además, hace algunos meses fue descubierto un cargamento de más de 13 kilos de cocaína en la cabina de una aeronave de BoA, por lo que hubo investigaciones y detenciones de tripulantes y personal de servicio.
Hace poco, un motor de un avión de BoA se incendió y aterrorizados pasajeros que viajaban de Cochabamba a Santa Cruz, salieron apresuradamente de la nave. Hoy se espera una auditoría a la aerolínea para conocer su verdadera situación, pero a cargo de organismos revisores imparciales y externos. Por estos y otros problemas, los usuarios requieren un mejor servicio, mientras que operadores de turismo y agentes de viajes solicitan una política de “cielos abiertos”, para acabar con el monopolio de BoA.
El transporte por tierra no está mejor, pues en las carreteras son frecuentes los accidentes de tránsito, como uno reciente en la vía entre Uyuni y Atocha, donde se volcó una flota y fallecieron 19 pasajeros, quedando 8 heridos. Siniestros de esta índole se deben a fallas mecánicas, impericia, temeridad y estado etílico de los conductores. Por ello quedan en entredicho las revisiones técnicas en organismos de Tránsito, las inspecciones a empresas de transporte, el control vial, el estado de carreteras, etc.
A ese deprimente panorama se añaden los bloqueos de caminos, única medida de presión que conocen sectores sociales para demandar atención a sus peticiones, muchas de naturaleza partidista. Si no son allanados tales obstáculos, será muy difícil conseguir la tan pregonada “reactivación económica”.