viernes, enero 31, 2025
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Contrarrevolución cultural boliviana

Mauricio Ochoa Urioste

Antonio Gramsci, inventor de la revolución cultural comunista, fue citado en Venezuela por Nicolás Maduro, luego de una exposición de Álvaro García Linera, por entonces Vicepresidente del fallido Estado Plurinacional. Entre otras cosas, el “intelectual” boliviano y mano derecha de Evo Morales, dijo que había que cambiar la totalidad de la cultura, incluida la forma de narrar las novelas y hasta contar los chistes.
Han pasado ya varios lustros desde aquel encuentro y la mayoría de los bolivianos no traga con facilidad las cuestiones absurdas que fundaron la denominada “Revolución Democrática y Cultural”, pero todavía queda la sombra de aquel pensamiento, en algunas fragmentarias élites intelectuales y de poder.
Cuando escribí hace más de una década y media mi extenso artículo titulado “Crítica a la Nueva Constitución”, en rigor de la verdad histórica, no sabía que en el fondo hacía algo más que oponerme a un texto. En los hechos, tomé sin saberlo partido por la contrarrevolución boliviana; algo que hace algunos años se va gestando en las generaciones más jóvenes, con mediano éxito en Bolivia.
El régimen de Luis Arce Catacora, continuador de los aires de Gramsci no hizo sino repetir el libreto, con la variante de que hoy la juventud boliviana, escucha, lee, y se anoticia principalmente por las redes sociales. Enterados de ello, años antes, su Jefazo impune, Evo Morales, incluso contrató con dinero de los bolivianos un ejército de “guerreros digitales” para defender y mantener el discurso oficial. No tuvo éxito.
Ante la venida de las elecciones generales en Bolivia, leo, sin embargo, pocos análisis contrarrevolucionarios en las columnas de opinión. Está muy bien hablar de economía y otras sutilezas coyunturales. Pero el fondo del asunto está en contraponerse al poder establecido por décadas mediante una contra-hegemonía en el discurso político.
Asuntos de gran calado, como la diseminación de una cultura del odio contra lo occidental, y peor aún, la difusión de intolerancia del legado católico romano afincado en los corazones y las mentes de los individuos bolivianos, deben ser contrarrestados en su conjunto.

El autor es abogado.

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