viernes, enero 31, 2025
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Contra viento y marea

La politización de la FC-BCB

Augusto Vera Riveros

No voy a referirme al recientemente ventilado escándalo de estupro atribuido a un folclorista, quien admitió su relación amorosa con una púber hace muchos años, pero me trae a colación la entidad de cuyo directorio acaba de ser destituido y que desde hace muchos años ha dejado de ser la institución seria de otros tiempos.
Más bien que la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB) no fue creada por ninguno de los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), partido al que nos acostumbramos a endilgarle —y no sin razón— casi todos los males de este país. En cualquier caso, ya sabemos que uno de los motivos de la debacle económica de Bolivia es un aparato burocrático que fácilmente podría soportar una población de 50 millones de habitantes, pero no solo eso, sino que aún con la frondosa población de servidores públicos para esa cantidad de gente, su distribución tendría que responder a una estructura auténticamente eficiente y en las áreas que un país tan pobre como el nuestro, debido al saqueo de sus arcas, pueda identificar las prioridades entre lo urgente y lo importante, amén de que una organización como esa, hoy, no es ni la sombra de lo que fue en sus primeros años de existencia. Y si no fuera porque la Casa de la Libertad y el Archivo y Biblioteca Nacionales de Sucre son instituciones completamente consolidadas con directorios conformados por personalidades que conocen del oficio, la fundación de la que dependen —como tantas instituciones del Estado— ganan indulgencias con avemarías ajenas, puesto que el excelente funcionamiento de esos repositorios no es obra de la FC-BCB.
Tristemente, el Órgano Ejecutivo tiene un Ministerio de Culturas, que, dicho sea de paso, también es ineficiente y está absolutamente politizado, y aunque los fines de la FC-BCB y de la nombrada cartera de Estado son distintos, aquella se ha convertido en el altavoz del gobierno a través del que solo se escucha un discurso racista, sectario y de propaganda populista impuesto desde su creación, promocionando artistas que se bajan los pantalones ante el régimen.
Todavía me queda en la memoria cuando el máximo organismo rector de la cultura nacional era el Instituto Boliviano de Cultura (IBC), a su turno dirigido por José Mesa, Teresa Gisbert o Mario Bedoya, solo por citar algunos, que, sin tener el rango ni siquiera de lo que hoy son los viceministerios, obedecía a un organigrama que no solo se limitaba a la frialdad de un papel, sino que hacía que el arte y la cultura estuvieran presididos por personalidades de la música, la danza, la plástica, la arqueología, las artes visuales, etc. Por tanto, sin ser nada de otro mundo, aquel lejano IBC tuvo muchísima más trascendencia que los actuales Ministerio de Culturas y la estéril FC-BCB juntos.
Y es así, los miembros del Consejo de Administración están ahí por su afiliación o cuando menos su inocultable afinidad con el MAS; por tanto, sin ningún merecimiento profesional o técnico ni el perfil formativo y mucho menos el reconocido prestigio en el ámbito cultural e histórico que la Ley 1.670 exige para su nombramiento. O que alguien me diga, con fundamento, si ser un intérprete de la guitarra, un pintor o una figura de la televisión es suficiente credencial para atender la gestión cultural con autoridad… En el país tenemos destacados gestores culturales, historiadores, investigadores, escritores y profesionales comprometidos y formados, que están vinculados con la cultura, pero que durante los casi veinte años de gobierno populista nunca pudieron ni podrán, en lo que al MAS le resta de gestión, acceder a un consejo, que de por sí es anodino.
No es, pues, para mucho reflexionar. La administración de repositorios como la Casa Nacional de la Moneda, la Casa de la Libertad, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Sucre, el Museo Nacional de Arte y el Museo Nacional de Etnografía y Folklore de La Paz, requieren de una gestión especializada y no de una fundación, en cuyo directorio aflora supina ignorancia en gestión cultural y que, por reunirse una vez por semana, gana al mes lo que un comerciante callejero ganaría en varios años de duro trabajo…
Por lo demás, ¿alguien sabe de alguna acción o emprendimiento realmente importante que la inane fundación haya hecho en los últimos quince o veinte años?
Como buena parte del aparato estatal, la FC-BCB, hoy, es solo una agencia de pegas sin ninguna justificación técnica ni institucional. Bolivia es pobre y la esperanza es que el próximo gobierno devuelva a la FC-BCB la eficiencia de sus inicios. De lo contrario, debería desaparecer.

Augusto Vera Riveros es escritor y jurista.

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