“Suelen comentar que una foto habla por mil palabras. A no dudarlo, se trata de un aserto, puesto que basta con mirar, por ejemplo, aquellas que guardan relación con las épocas del enamoramiento, noviazgo y matrimonio, donde se reflejan rostros de satisfacción y alegría, en suma ¡felicidad! … El álbum de añejos retratos incuestionablemente pareciera decirnos que en esas ocasiones ¡sí fuimos felices!”. Este fragmento: “Una vieja fotografía trasunta ¡Felicidad!”, es parte de mi obra “Hambre canina”.
Sobre el tema, Francisco Reyes, publicó la nota “Abel Alexander: “La fotografía es un recurso desesperado de la gente para no morir”, en la cual aborda lo relativo a esta profesión y al valor de las viejas fotografías, sobre todo familiares. Dice que “Abel es una de las personas que más sabe de historia de la fotografía en Argentina. Su fuerte es el periodo que abarca el Siglo XIX, pero es consultado todo el tiempo en lo que a investigaciones y publicaciones se refiere. Según él, el tesoro más grande que existe son los archivos fotográficos familiares. “Estos débiles papeles son más fuertes que los ladrillos” es el título del primer libro que elaboró recientemente, como único autor.
Recién a los 38 años, Abel se dedicó de lleno a investigar la historia de este ¿oficio?, ¿arte?, y en extensa entrevista señaló “me inicié en el tema de la historia de la fotografía en una reunión familiar. Desde entonces, dediqué mi vida a la historia de la fotografía. Reyes, le preguntó ¿Qué valor aportan estas fotografías antiguas de familia? Abel dijo que aportan un segmento de la sociedad, no estudiado, que es la historia de la vida privada. La fotografía es un recurso desesperado de la gente para no morir. Nos fotografiamos para eternizarnos, para transcender, para seguir viviendo más allá de la muerte…
¿Qué evaluación hace Abel de las fotografías que se toman hoy? Respondió: En mi ignorancia sobre el mundo digital, tengo la percepción que todas estas fotografías tienen el título de una película de Hollywood muy famosa, “Lo que el viento se llevó”. No va a quedar nada, de acá a 100 años, si la gente no imprime alguna de las 100, 200 fotos que se saca en un minuto. La fotografía tiene cambios tecnológicos cada 20 años. Cada 20 años, cambia la tecnología y los cambios son siempre bastante interesantes, algunos son profundos. El último cambio es el terremoto de las fotografías desde 1839, y es la fotografía digital, porque directamente mató a la fotografía analógica. La gente ya no toma fotografías en papel con películas, no copia. Pero pasó una cosa sorprendente: la fotografía moderna y digital salvó a la fotografía antigua, porque ahora la gente toma un celular y pum.
Ahora en Argentina tenemos, por ejemplo, 47 millones de fotógrafos, ya que todos tienen un celular y todo celular tiene una cámara. De esta forma, yo agarro este teléfono, le saco foto a la foto de mi tatarabuelo, hago clic y se la mando a mi primo en Australia. Eso antes no existía. Ahora se reproducen las fotografías antiguas y la gente se empieza a interesar por ellas por dos cosas: primero, porque forman parte de su propia historia y, después, porque ya no hay foto en papel. Hay una nostalgia… Bendecimos a la fotografía digital porque ha resucitado la fotografía analógica antigua.
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