Recientemente, un pacto político fue formado por cuatro personajes dedicados a considerar el funcionamiento del país y, en forma concreta, sacarlo del fondo del abismo, al que fue precipitado por el anarco populismo del partido de Evo Morales y sus socios, en nada menos que casi catorce años, durante una primera etapa de masismo en el gobierno. De esa situación es difícil sacarla, a no ser con un esfuerzo conjunto, libre de intereses personales y con la visión de recuperar los grandes objetivos nacionales y democráticos.
El conciliábulo se conformó con cuatro gerentes de pequeñas tiendas políticas, es decir Jorge Quiroga, Luis Fernando Camacho, Carlos Mesa y Samuel Doria Medina, quienes salieron de los sarcófagos en que se encontraban, más que menos, mientras duraron los gobiernos masistas, de casi veinte años, bajo la férula, principalmente, del “primer presidente indígena de la historia de Bolivia”.
La aparición de este fenómeno social, la unión de los cuatro personajes, pese a todo, causó alguna sensación entre la ciudadanía, pero todo culminó en la duda, porque sus anuncios no tenían fines concretos y se limitaban a ofertas abstractas, que significan nada o menos. En primer lugar, sus declaraciones políticas no se referían al contexto histórico del país. En segundo lugar, no ofrecieron algo nuevo que sustituya al silencio poco menos que cómplice ante el llamado “proceso de cambio” y otras generalidades del masismo, de triste recuerdo por su incoherencia y graves errores.
Otra suerte se pudo haber esperado, en caso de que los ilustres protagonistas de ese cónclave hubiesen anunciado objetivos generales de primera magnitud, que engloban todos los aspectos menores. Pero el positivismo que los inspira, en vez de movilizar al pueblo boliviano hacia la unidad en torno a la solución de los magnos asuntos del país, nada consiguió en esa dirección.
Finalmente, como en todos los llamados partidos políticos se observa la misma estrategia unificadora, para enfrentar con posibilidades reales las elecciones generales fijadas para el 17 de agosto, es posible afirmar que tendrán la misma suerte que la de los cuatro peregrinos, debido precisamente a que se quiere juntar intereses personales y meros fines electorales. En otras palabras, quieren sacar la realidad de su cabezas y no al revés, según su concepción empírico-positivista.