Los políticos no hablan de las medidas que asumirán para reconstruir la economía nacional y ofrecer un futuro llevadero a la población devastada por la actual coyuntura. Para solucionar la falta de combustibles y restituir la circulación del dólar. Solo se limitan a lanzarse dardos desde el oriente al occidente y viceversa. No hay propuestas serias y responsables. Lo único que se advierte es la desesperación por llegar al gobierno, para medrar con los recursos de un Estado Plurinacional empobrecido. Con pobreza y extrema pobreza. Con sueldos y salarios que han perdido su poder adquisitivo. Con una empresa privada que no puede desarrollarse libremente.
Los políticos están enfrascados en un proceso electoral, con lucha desleal y despiadada. Matizada con réplicas y contrarréplicas, con calumnias y descalificaciones. La población está cansada de asistir a tales escenarios y oír tales despropósitos. Espera propuestas que generen paz, seguridad y esperanza. Que signifiquen verdaderas opciones de cambio, para de una vez sepultar la crisis económica provocada por quienes gobernaron desde el 2006. Por quienes despilfarraron los millonarios ingresos del auge gasífero.
La población fue sometida a un riguroso proceso de austeridad durante los gobiernos de turno. Ha vivido ajustándose el cinturón. Apremiada de manera permanente por la elevación del costo de vida. Reduciendo la alimentación a sus hijos. Con un pan de batalla que ha sido reducido de peso y tamaño. Con menor poder adquisitivo porque cuesta más adquirir productos de consumo y el material escolar para la presente gestión, lo que atenta contra la educación de niños y adolescentes. Golpeada inclusive por la confiscación de sus pequeños ahorros en dólares. He ahí la verdad en el año del bicentenario. Los actos conmemorativos estarán matizados, indudablemente, por la incertidumbre, la zozobra y la desesperanza, resultado de la inestabilidad económica.
Los gobiernos de turno cargaron la adversidad económica a espaldas de la población y de los sectores menos favorecidos en particular. Los hogares bolivianos sufren, por lo tanto, en esa situación. Mientras ciertos discursos tratan de minimizar esa realidad. “Primero los pobres y siempre los pobres”, afirmaron quienes detentaron el Poder, durante aproximadamente 19 años, a fin de atraer el respaldo popular. Ahora resulta que los pobres son los últimos en el contexto social y los primeros en poseer la cacerola vacía, lamentablemente. El bienestar social que postularon no tuvo resonancia objetiva. Fue el canto de las sirenas que trató de seducir a los ilusos. Entre tanto, se multiplicaron los nuevos ricos, que amasaron fortuna sin abochornarse, con recursos fiscales. Ellos ahora hacen ostentación de lujo y derroche, con una actitud de displicencia ante los pobres que los favorecieron con su voto.
En suma: que los políticos asuman sus actos con elevada sensibilidad social, en una coyuntura de adversidad económica.
Reconstruir nuestra economía
Severo Cruz Selaez
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