La arquitectura brutalista se puso de moda en el Reino Unido en la década de 1950 entre los proyectos de reconstrucción de la era de la posguerra. Construcciones minimalistas que muestran elementos desnudos como el concreto o ladrillo vistos, el brutalismo el brutalismo enfatiza los elementos estructurales por encima del diseño decorativo, como se demuestra en las obras de Le Corbusier, Marcel Breuer, William Pereira, Moshe Safdie, Denys Lasdun, y Alison & Peter Smithson.
Corbet y Fastvold quedaron fascinados con la arquitectura brutalista por su resonancia física y psicológica. Para nosotros, la psicología y la arquitectura de posguerra —incluyendo el brutalismo— están vinculadas, y presentamos eso en la película a través de la construcción del Instituto, una manifestación de 30 años de trauma en László Tóth y la ramificación de dos guerras mundiales”, explica Corbet. “Nos pareció poético que los materiales que se desarrollaron para la vida durante la guerra se incorporaran después a residencias y proyectos corporativos en los años cincuenta y sesenta por arquitectos como Marcel Breuer y Le Corbusier”.
Corbet añade: “El brutalismo puede ser austero, pero también es monumental en su estilo —esos extraños objetos que son amados y aborrecidos por igual, y que tardan tiempo en desarrollarse en el imaginario público porque la gente parece no ser capaz de descifrarlos en el momento. Para mí, esto refleja la experiencia de los inmigrantes —y el brutalismo es un estilo arquitectónico predominantemente creado por inmigrantes. Por su alcance y escala, los edificios brutalistas piden a gritos ser vistos— pero quienes los diseñaron o construyeron luchaban por su derecho a existir”.
Previamente Corbet realizó dos películas, ambas históricas: The Childhood of a Leader (2015), que relata la historia de la infancia de un joven estadounidense que vive Francia y se convierte en un dictador fascista, estaba situada entre los años 1918 y 1940; su siguiente largometraje, Vox Lux (2018), tiene lugar entre 1999 y 2017, y relata el ascenso de una estrella femenina del pop estadounidense en el contexto de la violencia armada y los atentados terroristas del 11 de septiembre.
Los largometrajes de Corbet abordan momentos decisivos del siglo XX. El Brutalista, su obra más extensa hasta la fecha, se centra principalmente en la época de mediados del siglo XX en la vida estadounidense y europea —la década inmediatamente posterior a las dos guerras mundiales. “Es una era que siempre me ha fascinado, principalmente por la forma en que la psicología de la posguerra dejó una huella y una influencia extraordinarias en la arquitectura de la posguerra”, expresa Corbet. “Algo que tienen en común mis tres películas es que tienen mucho que ver con la naturaleza cíclica de la historia. El Brutalista es una película histórica, y los personajes están escritos a la medida de sus circunstancias. La película tiene mucho que decir sobre la experiencia de los inmigrantes en Estados Unidos y sobre el fracaso del sueño americano de László y Erzsébet Tóth”.
Mientras realizaba la investigación para El Brutalista, Corbet consultó al académico de arquitectura Jean-Louis Cohen, cuyos trabajos sobre Le Corbusier y Frank Gehry son muy respetados. Cuando lo visitó en Princeton, donde Cohen da clases, Corbet le preguntó si él conocía a algún personaje de la vida real que hubiera fundado un estudio de arquitectura en alguna parte del mundo, sólo para experimentar el desplazamiento y el exilio en la guerra, que lo obligara a empezar de nuevo en el extranjero.
Cohen no pudo nombrar a ninguno, así que Corbet y Fastvold se dispusieron a crear los componentes ficticios que se convirtieron en László y Erzsébet Tóth. “La historia relata treinta años en la vida de un arquitecto que estaba bien establecido antes de la Segunda Guerra Mundial”, relata Corbet. “Su esposa y él quedan atrapados en el marasmo de la guerra y emigran por separado a Estados Unidos —László a finales de los años cuarenta y Erzsébet a finales de los cincuenta. El Brutalista trata esencialmente de László, quien intenta restablecerse en Estados Unidos tras haber estado separado de su esposa durante una década”.
Si bien las experiencias de László en Estados Unidos son producto de la imaginación de Corbet y Fastvold, reflejan aquellas de los artistas relevantes del movimiento brutalista incluidos Louis Kahn, Mies van der Rohe, y sobre todo del húngaro Marcel Breuer, que diseñó el Museo Whitney en la ciudad de Nueva York, hoy conocido como el Met Breuer.
“La verdad del asunto es que la mayoría de los arquitectos judíos de Europa Central y Oriental que se quedaron atrapados en Europa durante la guerra no salieron con vida”, afirma Corbet. “En el caso de Breuer, él era un académico bien reconocido que fue invitado a trabajar con Walter Gropius en Estados Unidos en 1937”.
Mientras investigaban y escribían, Corbet y Fastvold empezaron a sentir interés por la relación de Breuer con su esposa —por no hablar de su volátil relación con sus propios críticos, que con frecuencia se mostraban despiadados con su obra tanto en Europa como en Estados Unidos. “En los últimos años de su vida, Breuer no fue un arquitecto especialmente célebre”, expresa Corbet. “Ahora se le considera uno de los mejores arquitectos del siglo XX”.
El Brutalista es la historia de cómo el sueño americano se vuelve tóxico a los ojos de los Tóth después de que László conoce y acepta el patrocinio del rico industrial Harrison Lee Van Buren, a cambio de construir un monumento a su difunta madre en la extensa propiedad del oligarca en Pensilvania. A lo largo de la película, ese monumento se convierte en un testimonio de Tóth, de sus luchas en la guerra y de la batalla épica que libra con el capitalista Van Buren para conseguir realizarlo.
La fundación de El Brutalista
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -