Hasta hoy, después de casi dos décadas en el poder, el MAS ha demostrado que no es, ni representa a la auténtica izquierda política boliviana, y nunca tuvo un “modelo de país” pensado en la igualdad, la libertad y la justicia social.
Desde los márgenes del Río de la Plata, en Buenos Aires y en Montevideo, por poner algunos ejemplos, el aparente duelo entre Arce y Morales, ha causado desazón y desconcierto entre socialistas, peronistas, comunistas, tupamaros, y otras variantes. Lo que no se entiende en estos grupos, sin embargo, es que ni el uno ni el otro participaron en proyectos propiamente izquierdistas. Para poner algunos ejemplos, la justicia social es prácticamente inexistente en el país, el respeto por el derecho al medioambiente sano es un saludo a la bandera, los beneficios de los trabajadores son una quimera, la sanidad y la educación pública adolecen gravísimos problemas estructurales e institucionales, y un largo etcétera.
¿De qué izquierda política se habla, si hay niños trabajadores de la calle y la tasa de mortalidad infantil es todavía alta? Lo que pasó en Bolivia, en realidad, y más allá de las fantasías y conjeturas de algunos analistas e historiadores, fue el irrespeto a las libertades y los derechos humanos, la continuación de un modelo rentista y neoliberal con nuevos amos, la predominancia de una oligarquía que no respetó ni respeta los derechos sociales y, mucho menos, la igualdad de oportunidades.
Los bonos creados, en vez de solucionar las graves grietas económicas dejadas tras décadas de poder de sus antecesores, inflaron aún más el déficit fiscal, y a la larga no han podido resolver el hambre, la desnutrición, la pobreza y los bajos estándares de salud y educación.
Llegados aquí, podemos observar, con meridiana claridad, que un modelo auténticamente socialista y moderno, prepararía a los jóvenes para afrontar los retos del nuevo milenio, sobre la base de la Inteligencia Artificial, el Big Data y las Nuevas Tecnologías. Por el contrario, el etnonacionalismo colonialista arraigado en la Constitución Política de 2009 y sus leyes conexas, han atribuido que es mejor la enseñanza de los absurdos manuales politiqueros de Fausto Reynaga en las escuelas públicas; algo que es absolutamente desacertado y solamente provoca indignación.
Lo que se vaya a decir o no en las elecciones de 2025 es, quizás, lo de menos. Desde mi óptica, la batalla más importante es política y cultural. Política, para dejar en la senda el fallido Estado Plurinacional y recuperar la República; y cultural, en el sentido de que existe una necesidad de desmoronar las bases ideológicas, las viejas usanzas y las mañas del MAS.
El autor es abogado.