El papa Francisco autorizó la canonización del médico José Gregorio Hernández, quien se convertirá así en el primer venezolano en llegar a los altares, informó Vatican News.
La decisión la adoptó el Pontífice este 25 de febrero, tras la audiencia concedida en el Hospital romano Policlínico Gemelli, donde está internado desde el pasado día 14 por una neumonía bilateral, al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano y monseñor Edgar Peña Parra, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado.
“Una gran alegría para todos nosotros (…) (la canonización de) José Gregorio es un gran regalo de Dios en este momento, que Dios nos bendiga a todos los venezolanos y podamos encontrar un símbolo de unidad y de fe”, declaró desde Roma (Italia) el arzobispo de Caracas, Raúl Biord Castillo.
La fecha en la que se celebrará la canonización de Hernández, así como del italiano Bartolo Longo, todavía no fue definida.
UN SANTO Y UN CIENTÍFICO
José Gregorio, como le conocen cariñosamente sus muchos devotos, según sus biógrafos destacó por sus aportaciones al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela, la generosidad con la que atendió a pacientes de bajos recursos y su fe religiosa, reportó en 2020 Guillermo D. Olmo, entonces corresponsal de BBC Mundo en Caracas.
Nacido en 1864 en la pequeña localidad de Isnotú, en el estado Trujillo, en el centro-oeste de Venezuela, pronto destacó en los estudios y fue enviado a Caracas, donde se graduó en Medicina con excelentes calificaciones en la Universidad Central (UCV).
Completados sus estudios, prefirió regresar a su pueblo natal para atender allí a sus pacientes. Los médicos rurales como él tenían que lidiar en la Venezuela de finales del XIX y comienzos del XX con enfermedades como la tuberculosis o el paludismo, muy extendidas entre la población.
Hernández obtuvo una beca para completar sus estudios en París, luego a la vanguardia de la ciencia médica. Allí conoció avances que llevaría a su país.
Según Arturo Sosa, superior general de los Jesuitas, “José Gregorio Hernández integra una excelente formación científica en su experiencia espiritual que lo lleva a ponerse al servicio de quien lo necesite, con especial predilección por quienes no se lo pueden retribuir”.
El doctor Hernández se destacó como docente e investigador, pero lo que le hizo ganar fama entre los sectores populares fue su labor en la consulta, ya que atendía gratuitamente a los enfermos pobres.
Se le atribuye haber introducido el microscopio y haber sentado las bases de la bacteriología y otros campos científicos hasta entonces apenas desarrollados en Venezuela.
El doctor Hernández era también un ferviente católico y por dos veces intentó ordenarse sacerdote. En 1908 fue admitido en el monasterio de Cartuja de Farneta, en la Toscana, Italia, a pocos meses después mostró síntomas de una enfermedad respiratoria que aconsejaron su regreso a Caracas.
Un segundo intento en un seminario romano en 1913 terminó de la misma manera.
Ya asentado en Venezuela desarrolló una amplia labor clínica e investigadora, e incluso completó un tratado de filosofía.
El 29 de junio de 1919 falleció atropellado en una céntrica calle de Caracas por uno de los pocos automóviles que circulaban por la ciudad en aquel entonces.
Muerto el médico, nació el mito, y el culto a su figura llega hasta la actualidad.
Al poco de morir, José Gregorio Hernández comenzó a convertirse en objeto de devoción para muchos en Venezuela.
Su imagen puede encontrarse por todas partes en el país, en carteles, murales urbanos, afiches, etc. También, junto a las camas de los enfermos y las tumbas de los difuntos, para quienes sus seres queridos reclaman protección.
En muchos hogares venezolanos se adornan figurillas con la imagen del doctor enfundado en un traje de chaqueta, con el bigote y el sombrero negro que todos en Venezuela reconocen al instante.
UNA TAREA ARDUA
Su ascenso hasta los altares fue complicado. Pese a la enorme popularidad de Hernández y a que las autoridades religiosas venezolanas iniciaron los trámites para su beatificación en 1949, apenas fue en 1985 que el Vaticano lo declaró “venerable”, iniciando así su proceso de canonización.
Por un momento, en Venezuela se llegó a creer que la madre María de San José (1875-1967), fundadora de una congregación Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, podría terminar convirtiéndose en la primera venezolana en ser canonizada.
La religiosa fue beatificada por el papa Juan Pablo II en 1995.
En abril de 2021, en medio de la pandemia del covid-19, se celebró la beatificación del llamado “médico de los pobres”, una ceremonia cerrada que se llevó a cabo en Caracas a la que solo asistieron unas 150 personas.
Algunos atribuyen esta demora a las expresiones de devoción popular hacia su figura.
En 2020, el doctor Lepoldo Briceño-Iragorry, miembro de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, declaró a BBC Mundo que “en parte del pueblo hay una visión distorsionada de su figura, que se asoció con rituales de santería y fue aprovechada por algunos charlatanes, lo que hizo demorarse la beatificación”.
En zonas populares de Venezuela, Colombia y otros países de América Latina, centros que señalan practicar medicinas alternativas utilizan la figura del doctor Hernández en sus sesiones.
“MILAGROS” DEL DOCTOR
Son muchos los que atribuyen a la intercesión de José Gregorio el haber superado graves problemas de salud.
El actor venezolano Sócrates Serrano le dedicó en 2019 una producción teatral, en la que contaba cómo se acercó a la figura del futuro santo después de que se le diagnosticara un cáncer de colón.
“Siempre había tenido una formación muy racional, pero en ese momento descubrí que la ciencia no tenía todas las respuestas. Creo que José Gregorio me acompañó en mi curación”, sostuvo.
El proceso de canonización no avanzó hasta que los expertos de la Iglesia determinaron que José Gregorio es responsable de la salvación milagrosa de la niña Yaxuri Solórzano, que recibió un disparo en la cabeza cuando fue asaltada junto a su padre en un caserío en el llanero estado Guárico en 2017.
A pesar del pronóstico de los médicos, que le auguraban secuelas permanentes si lograban salvarle la vida, la niña se recuperó rápida y totalmente.
Su madre declaró haberle rezado a José Gregorio durante su convalecencia y la comisión eclesiástica que estudió el caso concluyó que el doctor obró la curación desde el cielo. (BBC)
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