jueves, marzo 6, 2025
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Santo que pasó su fiesta, ¡al rincón!

Uno de los personajes más originales de los anales políticos de Bolivia es Evo Morales que, pese a sus antecedentes individuales, como ser cortador de caña en Salta, Argentina, integrante de banda musical, productor de coca, futbolista y otros, pasó a manejar las riendas del Estado Plurinacional, nada menos que durante trece años.

Tuvo un gobierno quebrado que, gracias a la casualidad del alza de precios de las materias primas de exportación, entró en una etapa de gran prosperidad. Pero tan pronto se produjo un abrupto bajón de esos precios, Bolivia cayó al abismo de una crisis, sin contar, además, que las ganancias obtenidas durante la etapa de las vacas gordas, principalmente por la venta de gas al Brasil y la Argentina, habían sido derrochadas de manera festinatoria. Hasta que llegó el momento de rendir cuentas.

La crisis provocó vértigo y una insurrección popular lo expulsó del gobierno, (quitándole la “mamadera” del poder) lo que se tradujo en la opinión popular como “Santo que pasó su fiesta, a un rincón” y después de una serie de calamidades debía estar con un pie en la cárcel. Pero, pese a todos los graves problemas que ocasionó, este personaje espontáneo no percibe la realidad, no tiene noción del espacio y el tiempo e insiste en volver a ser presidente del Estado Plurinacional, creyendo que, con su sola presencia, arreglará la crisis que vive el país. Sueña con ser considerado el Mesías salvador.

Y aquí se encuentra el talón de Aquiles del inefable caudillo cocalero. En efecto, como no tiene noción del pasado y tampoco capta el futuro, camina a ciegas con sus ilusiones. Añora ver realizados sus sueños, volver a tener a su disposición el avión del Estado y hacer frecuentes viajes de placer por el mundo. No se da cuenta que ahora carece hasta del apoyo de los campesinos.

Entonces, ahí está la cuestión y ésta consiste en que ignora el devenir. En efecto, no tiene idea de la variabilidad sustancial de las cosas y de los fenómenos, de su ininterrumpida transformación en otra cosa, cuyo representante clásico fue un mestizo venido a menos, que planeó oponerse a la concepción de que “todo fluye”. El frustrado candidato, cree que la historia puede retroceder, se ilusiona como aquella dama cuyo admirador le dijo “crees que eres muy hermosa, pero vives engañada, no tienes corazón, no vales nada”.

Por ese autoengaño, el cocalero insiste, pues, en volver a postular a la presidencia del país, a como dé lugar, creyendo tener el apoyo masivo de la población, la cual hoy observa una insoportable crisis económica, política y social. Y millones de bolivianos no olvidan que con el MAS prevaleció el derroche de la época de bonanza por la venta de gas, dinero que no sirvió para favorecer a las mayorías, sino a los adeptos al masismo.

Por tal actitud gubernamental irresponsable del régimen evista es, sin duda, ilusorio que el caudillo del Chapare mantenga suficiente apoyo en el electorado nacional.

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