Europa por Ucrania y Zelensky

Londres fue el lugar donde el pasado domingo 2 de marzo se reunió una veintena de líderes europeos (más líderes de Canadá y Turquía) para tratar de contener las arremetidas de Trump y Vance. El principal objeto de la reunión fue arropar al presidente ucraniano, luego del maltrato que este recibió en la Oficina Oval, al ser increpado por aquel par de mandatarios. Pero más allá del arropamiento al jefe de Estado ucraniano —sin duda importante, dado que lo simbólico siempre tiene su peso en la política— hubo declaraciones importantes en torno a medidas objetivas y concretas, como las promesas de ayuda británica y de tratar de volver las defensas ucranianas como un “puercoespín de acero imposible de digerir para posibles invasores”, además de una nueva política europea frente al shock de Trump.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la Unión Europea, si bien puede ayudar mucho en lo económico, tiene varias limitaciones en cuanto a la resolución definitiva del conflicto bélico se refiere; a saber, por ejemplo, que EEUU no la reconoce como interlocutora. En este sentido, lo más sensato parece ser que las dos potencias nucleares de la Europa democrática —Reino Unido y Francia— tomen la batuta en este serio conflicto; dado que la paz aún parece estar lejana, lo más urgente por el momento es el envío de recursos económicos y material bélico para la defensa de Ucrania.
En el marco de lo militarmente posible, es —lamentablemente— difícil que las tropas de Putin retrocedan de los territorios ya ocupados; ergo, podría ser que en el futuro esos territorios pasen “oficialmente” (usurpados) a manos de Rusia. Entonces, en lo que se debería trabajar arduamente desde posiciones razonables y democráticas es en que Ucrania no pierda su soberanía y seguridad ni la explotación y administración de sus recursos naturales. Ahora bien, lo más posible es que, tarde o temprano y pese al vergonzoso impasse del 28 de marzo en el Despacho Oval, EEUU termine inmiscuyéndose nuevamente en el conflicto, y por ello el diálogo que las potencias democráticas europeas puedan entablar con la potencia norteamericana será muy importante. Siendo realistas, no se puede pensar que los países europeos lleguen a una paz definitiva sin la aquiescencia del gigante norteamericano.
¿Hacia dónde avanza el mundo? El magnate Elon Musk ha dicho que EEUU haría bien dejando la alianza militar de la OTAN. Putin y Trump, aparentemente en veredas ideológicas opuestas, se han acercado mucho. ¿En qué lugar quedan los países que creen en la democracia y trabajan por preservarla? El mundo, así, parece inentendible y estar sujeto a nuevas interpretaciones. Por el momento, lo cierto es que, en una realidad en que varias potencias poseen armas de destrucción masiva, lo más importante es mantener la racionalidad y la prudencia. El abanico de posibilidades es muy grande en cuanto a la geopolítica se refiere y este tipo de conflictos puede ser la antesala de nuevas eras o ciclos para los demás países del globo.
Varios países europeos creen que está en juego la seguridad de toda Europa y que Rusia busca arrasar el equilibrio de poder con Occidente, vigente desde el final de la Guerra Fría. Una actitud vigilante y democrática será esencial en este sentido.